
Vayamos de lo anecdótico a lo importante, aunque a veces sea difícil diferenciar ambas cosas. La Feria Internacional de Libro (FIL), como efecto mariposa, ha supuesto un terremoto en la política local. Ha sido una semana en donde ha pasado de todo: polarización profunda entre el Gobierno y el grupo político de la UdeG; una división nunca vista en Movimiento Ciudadano; un improbable (hace un par de años) alineamiento discursivo entre Enrique Alfaro y Andrés Manuel López Obrador a la hora de criticar a Raúl Padilla. La FIL no cambió lo que ya venía gestándose, pero sí radicalizó las posiciones en el tablero político.
Primero, el conflicto entre Enrique Alfaro y Raúl Padilla no tiene marcha atrás. En una guerra, los puentes son lo primero que se dinamita. El próximo será un año crucial. Alfaro confía en que podrá aislar políticamente a Raúl Padilla luego de quitarle control en el Poder Judicial, Congreso y órganos autónomos. Padilla cree que la movilización permanente de los universitarios puede suponer inestabilidad continua para el gobernador Alfaro. La política es el arte de la gestión de los tiempos y más que cien metros planos, el conflicto político entre ambos grupos es un maratón.
Segundo, la sucesión en Movimiento Ciudadano comienza a ser traumática. Hasta el día de hoy, MC había logrado procesar sus conflictos internos a través del diálogo y la negociación. Incluso, rupturas como la que encabezó Alberto Uribe en 2018, fueron menos relevantes de lo esperado. Sin embargo, lo que vimos esta semana en MC no se había visto jamás. Insultos, reproches y ofensas ventiladas en público. Los trapos sucios no se lavaron en casa. Y un agregado que debe preocupar mucho al emecismo: la emergencia de tribus que rompe la cohesión interna. Una cosa es que existan grupos políticos al interior del partido que se estructuren por afinidades mutuas o por ideología, pero otra es que surjan corrientes internas al estilo del perredismo o del panismo. Eso pudre cualquier proyecto político. El alfarismo había logrado por una década impedir la tribalización del partido. En gran medida por el liderazgo aglutinador de Alfaro. Quien une a tirios y troyanos.
Tres, creo que es evidente que la operación de acercamiento entre Morena y el grupo político de la UdeG no tiene el aval de la Presidencia de la República. Andrés Manuel López Obrador no se cortó a la hora de criticar a la FIL, pero sobre todo denostar el control político de Padilla sobre la universidad pública de Jalisco. Entiendo que tanto al dirigente nacional de Morena -Mario Delgado- como al rector Ricardo Villanueva les convenga enviar un mensaje de cercanía, pero quien decide vive y trabaja en Palacio Nacional. No soy vidente para saber qué pasará en 2024, pero me parece altamente improbable que López Obrador acepte entregar Morena en Jalisco a Raúl Padilla.
Hasta aquí los juegos de poder. Los equilibrios políticos entre unos y otros. Relevante de cara a las elecciones de 2024, pero que no dejan de ser anécdotas para llenar columnas de trascendidos.
El fondo es que Jalisco dio una imagen de inestabilidad política que no nos podemos permitir. Raúl Padilla controla la Universidad y su presupuesto. A través de ella ha construido una red de poder que explica la pervivencia de su grupo político. Cualquier demócrata debería criticar eso. Una Universidad siempre debería ser meritocrática (en su ascenso) y democrática (en sus decisiones). No creo que exista legitimidad moral en el grupo político de la UdeG para hablar de democracia y condenar el autoritarismo, cuando controlan férreamente el segundo presupuesto público más importante del Estado.
Dicho esto, esta crítica no excluye el grave error de la protesta en el marco de la inauguración de la Feria. Dar una imagen rijosa al mundo no le conviene a Jalisco ni en materia económica ni social y menos cultural. Movimiento Ciudadano se vende como un partido serio y de orden. Un partido que enarbola la narrativa de los buenos gobiernos. De defender a Jalisco. Reivindican la importancia del debate intelectual y de la técnica. La imagen dada al mundo de una FIL sitiada y un enfrentamiento entre manifestantes afines al grupo de la UdeG y liderazgos de Movimiento Ciudadano, es impropia de un estado serio. Es una imagen de república bananera.
La política debe cambiar muchas cosas, pero debe ser lo suficientemente responsable para entender que existen íconos de la ciudad que están por encima de los actores en conflicto. La política debe tener límites. No se debe jugar ni con la seguridad ni con la economía, pero tampoco se debe ser frívolo con esos íconos que le dan identidad y presencia en el mundo a Guadalajara como ciudad y a Jalisco como Estado. El libro es precisamente la antítesis del conflicto; es la objetivación de la civilización y la cultura. Es la libertad y la democracia del saber.
Enrique Toussaint