Política

Daño irreversible

Keira Bell es una mujer de padre británico y madre estadounidense. Keira nació y se desarrolló en un hogar roto y disfuncional. Su madre cayó en depresión y en las garras del alcoholismo. Su padre, luego del divorcio de su madre, regresó a Inglaterra y puso un océano de por medio con su hija. Keira entró en angustia y ansiedad. Enfrentó, con especial dureza, su adolescencia odiándose a sí misma, incapaz de construirse una identidad segura y sin una guía parental básica.

Keira se dio cuenta que se sentía atraída por las mujeres. Eso generó en ella muchas dudas. No estaba familiarizada con el concepto de ser lesbiana y pensaba que algo estaba mal en ella. Su madre, todavía bajo los efectos de su prolongada depresión y adicción, le preguntó: ¿no será que quieres ser un niño? La misma pregunta se la repitieron en terapias y con especialistas. El camino de Keira alcanzó el NHS (el sistema de salud público británico) en donde comenzó a “transicionar” hacia la masculinidad luego de ser “diagnosticada” con disforia de género.  La disforia de género es que la identidad de género de una persona no coincide con su sexo. Se crea una división interna que puede y es muy dolorosa.

Keira inició un tratamiento muy agresivo para convertirse en hombre. Recibió inyecciones de testosterona, bloqueadores del desarrollo de su pubertad y una doble mastectomía. Sin embargo, mientras su proceso de transición avanzaba, ella se daba cuenta que no se sentía hombre. Entendía que su diagnóstico de disforia de género era “síntoma de su miseria en general y no la causa”. Así lo relata ella misma. Cuando comprendió su proceso de vida, el daño estaba hecho. Cinco años después, comenzó el proceso de “des-transicionar”. Su primer síntoma de que volvía a ser Keira, mujer, fue que pudo llorar. Una emoción suprimida por la cantidad de sustancias que inyectaron en el cuerpo de Keira cuando era menor de edad.

Sin embargo, las consecuencias han sido muy profundas sobre ella: más que probable infertilidad, perdió sus senos, cambio permanente de voz, exceso de cabello en su cara. No hubo profesional que tuviera la capacidad de entender su caso y saber que su problema no era el género, sino una depresión muy profunda que la azoló por años. No hubo ni familia, ni hospitales, ni especialistas que cuidaran de Keira. De una menor de edad.

El dolor de niñas como Keira nos previenen de no legislar al vapor. El derecho a la identidad es una garantía fundamental, pero también lo es la protección y acompañamiento de nuestras niñas, niños y adolescentes. El interés superior de la niñez es protección de los derechos, pero también responsabilidad, comprensión y acompañamiento. Con todo respeto, nuestros diputados y diputadas no son ni psicólogos, ni psiquiatras, ni especialistas. La ley que se discute en el Congreso de Jalisco, revisando lo resuelto en comisiones, tiene una gran carga ideológica, pero nula evidencia. Es cierto que la Corte demanda cambios, pero esos cambios se pueden hacer atendiendo al gran debate mundial que hay sobre la disforia de género y cómo se deben tratar los casos en menores de edad. Cómo deben participar los padres y cómo proteger a nuestras infancias.

Es un hecho psicológico incontestable que antes de los 18 años, los humanos todavía no hemos formado por completo nuestro cerebro. En específico, no se ha formado del todo la corteza prefrontal. Esta parte del cerebro está vinculada directamente con la personalidad y la maduración de una persona. No es un asunto de controversia, es un hecho científico.

Incluso con el permiso de sus padres, la transición de género debe ser tratada con cuidado. El caso de Keira es ilustrativo de que en muchas ocasiones los padres tampoco tienen toda la información para saber qué es mejor y qué no lo es para sus hijos. De la misma manera que no recomendaríamos que un niño manejara a los 12 años aun con el permiso de sus padres, la definición de la identidad de género es un derecho que debe tener compañía de especialistas. Antes de tomar decisiones que sean irreversibles, es fundamental que exista una estructura pública que entienda los riesgos de los procesos y sepa informar a los adolescentes y a sus familias de las consecuencias de las transformaciones. Lo mejor para Jalisco es que la ley que se debate actualmente se rechace y que comience una discusión social amplia. Una discusión con la inclusión de todas y todos. Con la inclusión de expertos, universidades y asociaciones. En temas tan sensibles, lo mejor es la cautela.


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Enrique Toussaint
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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