Nuestra Constitución Política -como la Biblia- no es más que un pantalón viejo que sirve todavía gracias a sus múltiples y coloridos remiendos. La necesidad de una reforma constitucional total es evidente, aunque todavía no ha llegado el valiente que se atreva a encabezar semejante maniobra.
Por lo pronto Sánchez Cordero ya descartó la posibilidad de una nueva Constitución, por lo menos en el corto plazo. “Ya tenemos el andamiaje constitucional para esta Cuarta Transformación”, dijo. No se preocupe, la Carta Magna todavía aguanta unos parches más. Mientras tanto, quiero señalar una reforma que urge y es de carácter constitucional.
Nuestras leyes tienen plaga de expresiones exceptivas como “a menos que”, que en términos prácticos significa: hay una forma de evadir este artículo. Específicamente abundan cuando se trata de requisitos de elegibilidad para cargos públicos. Va el primer ejemplo, en el Artículo 55 de la Constitución dice:
“Para ser diputado se requiere… no ser titular de alguno de los organismos a los que esta Constitución otorga autonomía, ni ser Secretario o Subsecretario de Estado, ni titular de alguno de los organismos descentralizados o desconcentrados de la administración pública federal, A MENOS QUE se separe definitivamente de sus funciones 90 días antes del día de la elección.
En la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales se replica este vicio, aunque se suaviza con la locución “salvo que”, leemos en el Artículo 10: “Son requisitos para ser Diputada o Diputado Federal o Senadora o Senador… no ser Presidente Municipal o titular de algún órgano político-administrativo… ni ejercer bajo circunstancia alguna las mismas funciones, SALVO QUE se separe del cargo noventa días antes de la fecha de la elección”.
Por copy-paste o por mandato, los estados adoptan estas excepciones. Cito el ejemplo de la Constitución Política del Estado de Hidalgo, Artículo 63: “Para ser Gobernador del Estado, se requiere… No ser Servidor Público Federal o Local, Secretario de Despacho del Ejecutivo, Procurador General de Justicia del Estado, Subprocurador General de Justicia, Fiscal Especializado en Delitos de Corrupción, Magistrado del Tribunal Superior de Justicia, del Tribunal de Justicia Administrativa, Consejero del Consejo de la Judicatura, Diputado Local o Presidente Municipal en funciones, A MENOS QUE se hayan separado de su encargo, noventa días naturales antes de la fecha de la elección”.
Pido disculpas por el exceso de mayúsculas, así de mal escriben los diputados. Como ejemplo final, el Código Electoral del Estado de Hidalgo, Artículo 9, en donde ya descaradamente se ha dejado de usar el “a menos qué” y la excepción se convierte en regla: “Los miembros de los Ayuntamientos que aspiren ser candidato a Gobernador o Diputado, deberán separarse de su cargo noventa días antes de la fecha de la elección”.
Estos artículos y sus excepciones promueven el “chapulineo”, es decir, que el funcionario pueda postularse para otro cargo sin haber terminado su encargo. Políticos de todos los partidos lo justifican y argumentan que se trata de su “carrera política”. O sea, tienen miedo al desempleo. Prefieren brincar de puesto en puesto sin haber concluido nada importante que perder el trabajo. Así de pobres.
Estos artículos y sus excepciones son una mentada de madre para los votantes, que eligen a sus representantes para todo el periodo y no para que utilicen el puesto como trampolín. Estos artículos y sus excepciones los han escrito nuestros representantes pensando en beneficiarse a ellos mismos y a sus partidos, a costa del electorado.
Urge reformar el “a menos que” y prohibir que cualquier funcionario público -ya sea de la administración local o federal- pueda ser elegible, mientras no haya concluido el periodo para el que fue nombrado, aún y cuando pida licencia por “motivos personales”. Así tendremos una propuesta política más variada y equitativa, se promoverá la participación, dejaremos de ver a los mismos de siempre haciendo lo de siempre, y lo mejor: se entregarán mejores resultados.
Pero para esta reforma hace falta verdadero interés por las causas sociales, y no lo hay, por eso no es más que un sueño guajiro.