La Iglesia Católica Apostólica Romana, la institución más antigua del mundo, ha perdido a su líder supremo, Jorge Mario Bergoglio. Su muerte genera conmoción y desasosiego, pues no sabemos si el nuevo pontífice será progresista y continuará con la renovación de la Iglesia iniciada por el papa Francisco, o conservador, en cuyo caso defenderá lo carente de sentido en el mundo actual.
La disposición de un papa progresista se caracteriza por su cercanía con la gente, con los marginados, como los migrantes. Promueve la apertura al diálogo en lugar de prohibir, y fomenta cambios y reformas dentro de la Iglesia, particularmente en áreas como la justicia social, la igualdad entre hombres y mujeres, la ecología y la inclusión.
Además, muestra una apertura al diálogo con otras religiones, colabora con otras instituciones en busca del bien común y, en cuanto a la política internacional, se inclina a favor de los gobiernos progresistas.
Por el contrario, la disposición de un papa conservador es prohibir todo cuanto signifique renovación de la Iglesia. No está dispuesto a implementar reformas significativas, prefiere conservar las prácticas y estructuras existentes. En cuanto a sus relaciones internacionales puede asumir posturas a favor de los poderosos.
Sobre la tendencia conservadora de la Iglesia católica, el filósofo y matemático británico, Bertrand Russell, dice en su libro La perspectiva científica, publicado en 1931: “No puede decirse que la Iglesia haya variado mucho desde el tiempo de Galileo. Donde ejerce poder, como en Irlanda y en Boston, sigue prohibiendo toda literatura que contenga nuevas ideas”.
Por eso, para que la Iglesia ya no sea lo que fue, sin importar la religión que se practique, o incluso desde la perspectiva del pensamiento libre de los no religiosos, el futuro de la Iglesia católica es crucial para hacer nacer un nuevo ente humano.
Necesitamos un papa innovador como Francisco, dispuesto a adaptarse a los tiempos actuales y con capacidad suficiente para fomentar el diálogo con otras religiones y culturas. Esto puede ayudar a mitigar los fanatismos incontrolados y a evitar la autodestrucción de la humanidad.