Por lo que se observa a simple vista, la creación de residenciales turísticos en condominio horizontal o construcción de fincas unifamiliares en Valle de Bravo que se ha registrado en los últimos 20 años, evidencia una red de complicidades de las autoridades de los tres niveles de gobierno, porque se ha permitido el desarrollo habitacional en áreas naturales protegidas.
En comunidades como el Fresno, los Álamos, el Arco, Acatitlán, en el parque estatal Monte Alto, la parte sur de Avándaro y el Cerrillo, son algunos de los sitios donde algunas de sus áreas fueron declaradas reservas naturales protegidas.
Empero, no se ha hecho mucho caso a esta declaratoria y se ha hecho una venta descontrolada de predios, por aporte de los ejidatarios a inversionistas y constructoras, para que desarrollen zonas exclusivas de casas de descanso.
A nivel federal, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales declaró las zonas de bosques de Valle de Bravo, Amanalco y Temascaltepec, áreas naturales protegidas, por lo que se prohibió cualquier tipo de construcción. Lo mismo hizo la Secretaría de Desarrollo urbano del gobierno estatal y la propia dependencia de medio ambiente mexiquense.
Por lo que la autoridad municipal ante esta declaratoria no podía autorizar licencias de construcción en eso lugares.
Pero en Valle de Bravo las autoridades municipales durante los últimos veinte años han autorizado sin ningún recato licencias de construcción en áreas naturales protegidas.
Toda la periferia de la laguna de Valle de Bravo está dividida en lotes y ahora que ese cuerpo de agua está perdiendo terreno por la baja en sus niveles de almacenamiento, hay vivales que están aprovechando para fraccionar esos espacios y ponerlos a la venta.
Lo peor, que tras la venta de esos lotes nuevos, las autoridades han otorgado los permisos de construcción en la laguna.
De hecho, de acuerdo con el decreto expropiatorio de 1946 no debe haber ninguna construcción alrededor de la laguna, pues se pagó a los dueños de aquellos años por los terrenos donde se construyó la presa Miguel Alemán. Pero todo el borde de la laguna está lleno de casas y residencias.
Los negocios inmobiliarios en Valle de Bravo se han convertido en una mina de oro, sin importar el daño que le han causado al ecosistema.
No solo es la construcción en lugares prohibidos, sino los efectos graves que causa, como la destrucción de fuentes hídricas al talar bosques para construir caminos y casas. También el desvío de los escurrideros para los lagos artificiales privados, más de 275 que captan mucha del agua que debería llegar a la laguna.
La venta de terrenos como zonas residenciales ha provocado que se aumenten las tablas de valores del impuesto predial, lo que afecta a los vecinos originarios de las comunidades que ahora se han convertido en zonas residenciales.
Toda una red de complicidad y corrupción que se tolera.