Policía

Oscura fábula marina

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Hay noticias que parecen cuentos mal contados por la realidad. El estupendo reportaje de Rubén Mosso en la edición de Notivox de ayer sobre marinos y funcionarios de aduanas hundidos en la marea del huachicol da cuenta de una de ellas.

Uno lee las cifras —apuestas de 52 millones de pesos, pólizas de vida por 10 millones, casas de cinco millones— y se imagina una fiesta interminable en el fondo de un barco, con botellas vacías flotando como boyas de lujo en aguas turbias.

La Unidad de Inteligencia Financiera, con todo su lenguaje burocrático y frío, dice que detectó operaciones “inusuales”. Pero lo que de verdad encontró fue un álbum de fotografías obscenas: uniformes planchados en la mañana y, en la noche, fajos de billetes sudados sobre la mesa de un casino.

Se suponía que la Marina era la institución incorruptible. La que llegaba a las aduanas como un exorcista dispuesto a expulsar demonios. Como en otros ámbitos de la función pública, resultó que había primos, hermanos, sobrinos, esposas y compadres. La disciplina vertical se volvió autopista vertical: de arriba hacia abajo circulaba la orden y también el dinero sucio.

El relato se vuelve oscuro cuando recordamos a los muertos. El contralmirante Guerrero Alcántar, asesinado después de denunciar la red. El capitán Abraham Jeremías, hallado sin vida en su oficina, antes de enfrentar la tormenta. ¿Es esto una red de huachicol o una oscura fábula marina escrita por una realidad que apenas empezamos a descifrar?

Seguro que en los cafés de los puertos alguien dirá que siempre fue así. Que el combustible robado es tan viejo como la niebla sobre el Golfo. Que la diferencia es que ahora los marinos juegan con el mismo cinismo que los viejos contrabandistas de antes. Y que nosotros, los lectores de periódicos que quedamos, solo alcanzamos a ver la espuma en la superficie.

El artículo de Notivox es apenas una rendija. Detrás está el rumor de las presiones internas, los cuchicheos de pasillo, los expedientes que cambian de manos, los silencios que se compran caros. ¿Hasta dónde llegará la onda expansiva de este caso? Nadie lo sabe con certeza, pero en este país, donde cada secreto es un sótano, lo único seguro es que lo peor todavía no ha salido a flote.


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Diego Enrique Osorno
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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