Al cierre del segundo trimestre del año, los resultados de Wall Street sonrieron a los gigantes. Las empresas del S&P 500 crecieron 6 por ciento en ventas y 11.4 por ciento en utilidades, con los sectores de tecnología, salud y comunicaciones liderando. Alphabet, Netflix y AT&T superaron las expectativas, y en su conjunto las siete magníficas, las más capitalizadas del mercado, elevaron su inversión en capital en un promedio de 59 por ciento, ampliando una ya de por sí insalvable ventaja para empresas de menor tamaño.
Dado el modelo estadunidense, con efectos concentradores que se han acentuado en la administración del presidente Trump, esto no debería sorprender. Las megacompañías se benefician de financiamiento barato, capacidad para absorber talento global y una escala que les permite influir en la regulación y el mercado. Como muestra de esto, a pesar de los buenos resultados globales, la confianza de los directores de empresas pequeñas y medianas (pymes), cayó a 77.2, niveles solo vistos en tiempos de recesión. Además, apenas el 17 por ciento percibe mejoras en las condiciones económicas y menos de la mitad planea contratar más personal.
Si bien el modelo promueve el crecimiento económico, la concentración que conlleva entraña un riesgo sistémico, pues alimenta la desigualdad y limita la movilidad empresarial. A corto plazo, la concentración puede parecer eficiencia; a largo plazo erosiona la diversidad económica y, destacadamente, reduce la resiliencia frente a crisis.
Para nuestro país, esto tiene un efecto directo. Las grandes corporaciones estadunidenses operan y compiten en México con la misma lógica concentradora. Sin embargo, el Plan México busca evitar que el nearshoring se convierta en monopolio exclusivo de multinacionales. Entre sus acciones destaca el Programa de Integración de Proveedores Nacionales, que ofrece incentivos fiscales y asistencia técnica para que pymes mexicanas se conviertan en parte de las cadenas de suministro de nuevas plantas, especialmente en sectores como el automotriz, aeroespacial y electrónico.
El objetivo es claro: que el crecimiento derivado del reacomodo global no se concentre en unas cuantas firmas extranjeras, sino que impulse a empresas medianas y regionales a integrarse en los beneficios. Con esto, México podría replicar las condiciones que permiten a las grandes corporaciones innovar y crecer, pero poniéndolas al alcance de empresas locales y regionales para aprovechar la ola de inversión sin caer en la trampa concentradora del modelo estadunidense.
Alfa positivo. El director general del Instituto Mexicano del Seguro Social, Zoé Robledo, informó que durante el mes de julio se registraron 23 millones 591 mil 691 empleos formales, la cifra más alta de la historia, debido a la incorporación de un millón 291 mil 365 puestos de trabajo correspondientes a personas trabajadoras independientes de plataformas digitales.