El Puebla de la Franja tendrá por primera vez su propia casa club, campo de entrenamiento y decenas de academias de fuerzas básicas a lo largo del estado, gracias a una importante sinergia entre la directiva del club y el gobierno estatal.
81 años pasaron para que el Puebla tuviera una casa club e instalaciones propias. Por increíble que parezca, uno de los equipos más tradicionales del futbol mexicano había sido un judío errante, un equipo “sin casa” que tenía que refugiarse donde podía.
El gobierno del estado de Puebla y “La Franja” van a trabajar en conjunto para captar y desarrollar talento local, proveer de identidad al club y edificar por primera vez una escuela futbolística propia.
José Luis Sánchez Solá y Roberto Ruiz Esparza, dos históricos del balompié poblano y ligados al gobierno que encabeza Alejandro Armenta, fueron el puente fundamental para lograr esta colaboración entre el club de la Angelópolis y el gobierno. Dos entes que parecían disímbolos ahora van a coadyuvar con el balón. Para la sufrida y castigada afición de Puebla no puede ser más que bienvenida y celebrada esta noticia.
Forma es fondo y nada es casualidad en el entramado político del futbol. El acercamiento entre el Puebla y el gobierno parece albergar buenas noticias para el futuro del deporte más popular en la plaza.
Para nadie es un secreto que los mejores momentos en la historia del Puebla han sido de la mano de los gobernantes en turno, como promotores y aliados en algunos casos, en otros, incluso como dueños. Por ejemplo, cuando el Puebla gana su primer título de liga y se consolida como un equipo protagónico, era Guillermo Jiménez Morales, el gobernador de Puebla y el dueño de los Camoteros.
En la actualidad, por las cifras que se manejan en el futbol profesional, resulta imposible cargar al erario público toda la inversión que se requiere para operar un club: nóminas onerosas, fuertes sumas para manutención de equipos y filiales, incluida la femenil que ya es profesional, pago por las transferencias de futbolistas y varias más.
No es —nunca lo fue— lo ideal que el gobierno respalde a los clubes profesionales, pero más allá del dilema que esto supone, tener el respaldo de un corporativo tan grande y poderoso como el de Grupo Salinas, aliado ahora con el gobernador Armenta, parece allanar el camino muchas veces lleno de dudas respecto al futuro de la franquicia.
Así como se hace hincapié en los errores de la directiva, cuando los hay, también se admite y resalta lo bueno. Con el gobierno es exactamente lo mismo, el elogio se gana, y en materia futbolera este proyecto se lo ganó con creces.
Ahora la pelota está literalmente en la cancha. Es allí donde Pablo Guede, su equipo y la dirección deportiva que encabeza Rafael “Chiquis” García deberán encabezar la reconciliación con la historia y el legado del equipo de los poblanos, el equipo de la Franja.