Muy agradable resultó la performance del equipo de La Franja ante el América el pasado miércoles en la presentación del equipo capitalino ante su público. El dinamismo y la intensidad del “nuevo Puebla” serán el sello de un equipo que está diseñado para atacar; con las reservas del momento del torneo, los rivales en turno y la capacidad de su propio plantel, empero, de que será un estilo y un equipo mucho más vistoso, no cabe la menor duda.
Pablo Guede mezcló titulares y suplentes en dicho encuentro ante un América con menos rodaje de pretemporada respecto al Puebla, que por momentos sometió con buen futbol y tejiendo su juego al conjunto subcampeón de México, que ganó por dos a uno. El entrenador argentino tiene un plantel mucho más ligero, rejuvenecido y listo para adaptarse a su metodología; ya veremos si lo puede plasmar y sostener en la liga.
Culmina la etapa de pretemporada con calificación aprobatoria para los Camoteros, pero lo bueno, lo que ya va a quedar registrado en la tabla general y de cocientes, comienza exactamente dentro de una semana. El cuadro de la Angelópolis abre el torneo con “tres finales”, encuentros vitales en la tabla de cocientes ante Atlas, Mazatlán y Santos Laguna, previo al parón por la Leagues Cup.
De vacaciones
Estas líneas las escribo desde la ociosidad de mis vacaciones, mismas en las que, salvo la rutina y los horarios de sueño, sigue habiendo mucho futbol en el día a día. El trabajo se volvió pasión, porque la pasión se volvió trabajo en algún momento.
Y a propósito de un descanso necesario (o no), las declaraciones de Raphinha, secundadas por Oribe Peralta, en las que se aborda la saturación que viven los futbolistas profesionales con motivo del Mundial de Clubes, rápidamente fueron rebatidas por comunicadores, aficionados y ex jugadores, que consideran una especie de blasfemia execrable hacia el balón este tipo de afirmaciones.
Es cierto que el futbolista cada vez es más atleta y que la cantidad de encuentros va en aumento, como los emolumentos mismos de los profesionales del balompié, cada quien le dará una connotación a la palabra “sacrificio”, pero hay dos tesis irrefutables que se anteponen, y no por ello dejan de ser contundentes. La primera: la carga futbolística tarde o temprano le cobrará la factura a los jugadores y a los equipos; la segunda: la experiencia de jugar un Mundial de Clubes, vestirse de futbolista y calzarse los tacos, es algo por lo que millones en el mundo darían lo que fuera.
En todo caso, me quedo con la visión de un gran estratega como Pep Guardiola. El entrenador español del Manchester City, que por cierto, fue eliminado de manera prematura y sorprendente, afirma que el torneo es muy gozoso, pero que en noviembre o diciembre, los equipos que lo disputan enfrentarán un dilema en torno a la curva de rendimiento de su plantel.
Guardiola, con la sabiduría que dan los años, disfrutó la competición —pese al resultado— y se ocupará de dar solución a los remanentes negativos cuando llegue el momento. No antes.