La marcha por la defensa de la universidad pública en Argentina ha sido la tercera gran marcha contra el Gobierno de Javier Milei en tan solo cuatro meses de gobierno; sólo en Buenos Aires se movilizaron más de medio millón de personas y, nuevamente, el protocolo antipiquetes de Patricia Bullrich no sirvió para nada. Definitivamente, la educación pública es un bien que el pueblo argentino no está dispuesto a entregar.
Otras provincias como Rosario, Córdoba, Mendoza, Tucumán y Misiones también se sumaron a las multitudinarias manifestaciones, que rápidamente el Gobierno de la motosierra despreció: “Son lágrimas de zurdos”, en palabras de Milei. Cientos de miles de personas tuvieron que salir a explicarle, a gritarle lo que se debería dar por sentado: que la educación pública como bien social se protege, se fortalece, se amplía.
La decisión del gobierno de Javier Milei sobre las universidades constituye el mayor desfinanciamiento de la educación pública superior del que se tenga registro, 71%, según datos de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ).
La Argentina se construyó a partir de la escuela pública, de la universidad pública. En 1884, bajo la Presidencia de Julio Argentino Roca, se promulgó la Ley 1420 de educación común, gratuita y obligatoria, base del actual sistema educativo nacional, que incluye la gratuidad hasta la educación superior y que beneficia también a extranjeros.
Eso es lo peligroso de las políticas de recorte que propone Milei y de los debates que parecían superados a los que arrastra a la sociedad. Sin embargo, el ataque del Gobierno argentino a la educación pública y su intención por desprestigiarla, despertó un león —ese sí de verdad—, una respuesta masiva del pueblo y que muy seguramente, de ahora en adelante, se convertirá en un eje articulador para que las y los argentinos sigan manifestándose contra los constantes ajustes; esta marcha atravesó generaciones, pertenencias sociales y filiaciones partidarias.
"Milei, date cuenta, Conan está muerto y la universidad pública más viva que nunca"; "Los lápices siguen escribiendo", decían algunas de las pancartas. La unidad de las y los estudiantes, obreros, profesores, sindicatos, organizaciones sociales y defensores de derechos humanos es una fuerza que ningún protocolo ni ningún intento de dictador podrá doblegar.
Aunque el Gobierno argentino asegure que “la discusión sobre las universidades está saldada”, difícilmente podrá hacer oídos sordos a esta movilización histórica que se convirtió en un punto de partida de todo lo que puede hacer el pueblo argentino en las calles para mostrar sus desacuerdos y defender sus derechos. Se viene el 1 de mayo y nuevamente Milei verá desde su balcón las calles abarrotadas de reclamos.
Hay que darle un vistazo a lo que lograron, por ejemplo, los estallidos sociales en Chile y en Colombia, que desde la movilización social, especialmente de las y los jóvenes, le dieron un giro histórico a la política y la historia de sus países.
¡Si hay pueblo unido, hay esperanza!