Vivimos épocas convulsas, especialmente para jóvenes que intentan romper con lo establecido. El cine, testigo silencioso de lo que somos, captura búsquedas como ésta. Por eso, creo que el largometraje premiado como Mejor Cine Jalisciense en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG) 2025, fue, en esta edición, el reflejo más cercano al grito existencial de una generación.
La sección Hecho en Jalisco coronó un relato tan cáustico como entrañable: "No, gracias, ya no fumo", ópera prima del novel cineasta Diego Toussaint. Filmada íntegramente en las calles de Guadalajara, la cinta no solo captura la ansiedad de los veinteañeros contemporáneos, sino que se levanta como manifiesto generacional y se vuelve hito del llamado nuevo cine tapatío.
Aquí, Guadalajara no es un mero escenario: es un organismo vivo. Toussaint la retrata a través de "postales" que mezclan nuestras tortas ahogadas con salas de coworking.
Un homenaje a la capital jalisciense, como Jaime Humberto Hermosillo lo hizo en los 80. Aunque para eso aún le falta mucho.
La historia muestra un día del infierno con toques de comedia absurda. La influencer Esmeralda Soto da vida a la protagonista Nuria, quien atraviesa uno de esos días que a los 20 parecen más que terribles: despedida de su trabajo, sin dinero para la renta, con una llanta ponchada y dos semanas de abstinencia de cigarrillos, donde lo peor de su vida parece ser lo de los cigarrillos.
El viaje, con muchas bonitas tomas de nuestra tapatilandia, es una odisea tragicómica para reunir el dinero y, de paso, encontrar sentido a su vida, sí, de paso, porque en realidad la cinta explora esa “arrogancia juvenil” de querer hacerlo todo solos, mientras descubren que nadie sabe lo que quiere y no solo a los 20, sino toda la vida.
Si algo hay que aplaudirle a Diego Toussaint es que evitó la parodia fácil. Su comedia nace del absurdo cotidiano y una edición obsesiva, tardó 18 meses de trabajo con su editor. Y compartió que su regla era: “Si el chiste no da risa, que al menos la situación avance”. El resultado es un tono que oscila entre el sarcasmo y la vulnerabilidad.
La cinta convierte el caos existencial en arte; porque ríes con Nuria, mientras reconoces tus propios momentos juveniles vulnerables.
Esmeralda carga el 90 por ciento de la película con una actuación no de caricatura ni de heroína. Junto a ella, figuras como Ximena Ayala, quien al verla junto a la protagonista hace recordar a la misma Ximena en “Perfume de Violetas”, más por el ímpetu de aquellas juventudes que por el nivel histriónico.
Toussaint escribió el guión en 2020, tras ser desempleado y regresar a casa de sus padres, y aunque no es autobiográfica, sí retrata la realidad de estos nuevos tiempos, donde salir de la casa paterna se retrasa más por temas económicos que por ganas de permanecer con los padres.
"No, gracias, ya no fumo" se suma a la ola de cine tapatío, junto a títulos como “Corina” ganadora del año pasado, que están redefiniendo la narrativa mexicana y se hace desde aquí, desde el corazón de Jalisco.