Entre 2004 y 2005 el entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad de México enfrentó un largo proceso de desafuero.
El asunto se complicó jurídicamente por un supuesto desacato de Andrés Manuel López Obrador –entonces Jefe de Gobierno de la capital del país- en el conflicto por el predio “El Encino”, asunto con el que el gobierno de Vicente Fox pretendió sacar al tabasqueño de la contienda presidencial de 2006.
La operación del desafuero fue un fracaso para el foxismo, pues no solo no lo pudo eliminar de la contienda (que finalmente ganó Felipe Calderón), sino porque la fama de López Obrador llegó a todos los rincones del país. A más de tres lustros de aquello, AMLO sigue mostrándose como víctima de ese episodio.
Ahora, sin recato alguno y desde la presidencia, el mismísimo López Obrador ha recurrido al recurso del desafuero para perseguir a personajes incómodos a sus intereses. El todavía gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, es una de las muestras del coraje palaciego que lo persigue desde el año pasado con diversas intensidades.
Ahora, el partido del presidente no solo vuelve a recurrir a lo que tanto criticó y de lo que tanto se victimizó, sino que ahora lo aplica en casa: Morena ayer desaforó a Morena.
Por presiones del gobernador morenista de Sinaloa, Rubén Rocha, el Congreso local desaforó a Jesús Estrada Ferreiro, presidente municipal con licencia –pero también por Morena- de Culiacán, Sinaloa.
Al munícipe la Fiscalía local lo acusa de delitos dignos de un juicio sumario entre revolucionarios de hace un siglo: abuso de autoridad, discriminación, ejercicio indebido del servicio público y desempeño irregular. En su lugar, en un “democrático acto republicano” hasta anoche se perfilaba que al desaforado alcalde de Culiacán será sustituido por el súper delegado del gobierno federal en Sinaloa –es decir, trae el visto bueno de Palacio-.
La buena: de la vendetta guinda en Sinaloa podrían salir a la luz manejos más obscuros de la política morenista si Estrada Fierro abre la boca –desde Estados Unidos, donde se le vio-.
La mala: Morena ya aprendió a matar con el desafuero.
La peor: Se ve que Morena –y Palacio- lo están disfrutando.
Celso Mariño