A principios del verano de 1521, la ciudad de México-Tenochtitlan fue sitiada por las fuerzas al mando del capitán Hernán Cortés. “Fueron noventa y tres días de sitio”, escribió Bernal Díaz del Castillo en la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. Pedro de Alvarado estaba en Tlacopan al frente de 30 caballos, 18 ballesteros, 150 peones de espada y rodela, y 25 mil tlaxcaltecas. Cristóbal de Olid estaba en Coyoacan al frente de 36 caballos, 18 ballesteros, 160 peones de espada y rodela, y 20 mil tlaxcaltecas. Gonzalo de Sandoval estaba en Iztapalapa al frente de 24 caballos, 4 escopeteros, 13 ballesteros, 150 peones de espada y rodela, y 30 mil huejotzingas, cholulas y chalcas. Hernán Cortés, en fin, estaba a cargo del asalto por el agua, al oriente del lago de Texcoco, al frente de 13 bergantines y 325 españoles, incluyendo un capitán y un veedor en cada una de las naves.
Cortés escuchó decir así a uno de sus aliados, respecto de los mexicas: “Qué pueden hacer si les quitas la comida y el agua, sino que es más que guerra la que tendrían con el hambre y sed”. Y dio la orden de cortar el suministro de agua dulce que llegaba a México-Tenochtitlan desde los manantiales de Chapultepec. La estrategia de los españoles, desde el comienzo del sitio, fue, en efecto, destruir los puentes y albarradas de comunicación a la isla: “Cada día teníamos muy recios combates y no dejábamos de irles ganando albarradas y puentes y aberturas de agua”, escribe Bernal Díaz del Castillo, “y digamos cómo siempre andaban dos bergantines de los que tenía Cortés en su real a dar a caza a las canoas que metían agua y bastimentos”. La estrategia de los guerreros de la ciudad, sitiada y aislada, fue siempre defensiva.
La sed y el hambre acabó por vencer a los mexicas. Díaz del Castillo relata que, durante el sitio, “se salían cada noche de México muchos pobres indios que no tenían qué comer”. Y López de Gomara afirma que, hacia el final, “los mexicas sólo se alimentaban de raíces, bebían agua salobre de la laguna, dormían entre los muertos y estaban en perpetua hedentina”. Cuauhtémoc estaba refugiado con un grupo en una zona de la ciudad donde no era posible llegar por tierra, sólo por agua. Trató de huir, pero fue capturado por un español llamado García Holguín, quien lo llevó prisionero a Cortés. “Llegóse a mí”, escribió él mismo en su tercera carta de relación, “y díjome en su lengua que ya él había hecho todo lo que de su parte era obligado para defenderse a sí y a los suyos hasta venir a aquel estado, que ahora hiciese de él lo que yo quisiese, y puso la mano en un puñal que yo tenía, diciéndome que le diese de puñaladas y le matase”. Díaz del Castillo recuerda también la escena, y añade esto: “Cuando se lo decía lloraba muchas lágrimas y sollozos, y también lloraban otros grandes señores que consigo traía”. Su captura marcó la caída de México-Tenochtitlan. Conocemos la fecha con exactitud. “Prendióse a Guatemuz y sus capitanes en trece de agosto, a hora de vísperas, en día de Señor San Hipólito, año de mil quinientos veintiún años”, anotó Bernal Díaz del Castillo. El 13 de agosto de 1521. Es decir, el día 1 Coatl del año 3 Calli del mes Xocotlhuetzi. Un día como mañana, hace 500 años.
Investigador de la UNAM (Cialc)