No ha sido bueno el último par de meses para el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. Nada buenos.
Los últimos días han sido casi de pesadilla. Algunos detalles tienen que ver con ella, su equipo y un par de asuntos difíciles de comprender como andar respondiendo la provocación de un abogado, sí, es solo un abogado que defiende a un criminal narcotraficante o, estar ese mismo día —todos sabíamos qué día se presentaba el acuerdo de culpabilidad de Ovidio Guzmán— con el gobernador del estado en el que los Guzmán llevas décadas haciendo lo que quieren junto con el hombre al que presuntamente traicionaron y entregaron a Estados Unidos, asunto en el que la información que hasta ahora tenemos, embarra al mismo gobernador. En fin, asuntos incomprensibles dentro de un equipo presidencial. O el asunto de reclamar que se haya negociado el acuerdo de culpabilidad en Estados Unidos. Más del noventa por ciento de los casos federales terminan en un acuerdo en aquel país. Sí, nueve de cada diez. ¿Alguien de su equipo le dio ese dato? ¿Canciller? ¿consejera jurídica? En Estados Unidos hay más juicios en programas de tele y series que en la realidad. ¿No bastaba ver, por ejemplo, a buena parte de los testigos contra El Chapo o García Luna? ¿Para qué reclamar? ¿Para que nos reclamen de vuelta?
Lo que más importa, sin embargo, no es un mal fin de semana en dicharachos sino en lo más importante y trascendente, lo que tendrá consecuencias reales en el futuro del país. Es decir, el embate de Trump y su gobierno contra México.
La Presidenta insiste que hay que seguir actuando con “cabeza fría”. Informó que el equipo que había mandado a Washington el viernes fue advertido de la carta que vendría el sábado tempranito de parte de Trump con una amenaza más de imposición de aranceles. Estoy seguro de que los enviados tenían las cabezas frías. De poco sirvió.
Hay una frase del comunicado del gobierno mexicano que informa de las reuniones y la carta posterior que me parece da en el clavo: “el cambio profundo en la política comercial de Estados Unidos”. Pues sí, al menos ya nos dimos cuenta.
No sé de que sirva decir, desde aquí, los muchos problemas que ese cambio traerá a Estados Unidos y al mundo. Ya veremos si los aranceles acaban en treinta, o en diez o cincuenta. Pero está claro, Trump los ama.
Escribí aquí la semana pasada que “Norteamérica” ha terminado.
La pregunta es si el gobierno de México está preparando un nuevo camino.
No ha sido bueno el último par de meses para el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. Nada buenos.
Los últimos días han sido casi de pesadilla. Algunos detalles tienen que ver con ella, su equipo y un par de asuntos difíciles de comprender como andar respondiendo la provocación de un abogado, sí, es solo un abogado que defiende a un criminal narcotraficante o, estar ese mismo día —todos sabíamos qué día se presentaba el acuerdo de culpabilidad de Ovidio Guzmán— con el gobernador del estado en el que los Guzmán llevas décadas haciendo lo que quieren junto con el hombre al que presuntamente traicionaron y entregaron a Estados Unidos, asunto en el que la información que hasta ahora tenemos, embarra al mismo gobernador. En fin, asuntos incomprensibles dentro de un equipo presidencial. O el asunto de reclamar que se haya negociado el acuerdo de culpabilidad en Estados Unidos. Más del noventa por ciento de los casos federales terminan en un acuerdo en aquel país. Sí, nueve de cada diez. ¿Alguien de su equipo le dio ese dato? ¿Canciller? ¿consejera jurídica? En Estados Unidos hay más juicios en programas de tele y series que en la realidad. ¿No bastaba ver, por ejemplo, a buena parte de los testigos contra El Chapo o García Luna? ¿Para qué reclamar? ¿Para que nos reclamen de vuelta?
Lo que más importa, sin embargo, no es un mal fin de semana en dicharachos sino en lo más importante y trascendente, lo que tendrá consecuencias reales en el futuro del país. Es decir, el embate de Trump y su gobierno contra México.
La Presidenta insiste que hay que seguir actuando con “cabeza fría”. Informó que el equipo que había mandado a Washington el viernes fue advertido de la carta que vendría el sábado tempranito de parte de Trump con una amenaza más de imposición de aranceles. Estoy seguro de que los enviados tenían las cabezas frías. De poco sirvió.
Hay una frase del comunicado del gobierno mexicano que informa de las reuniones y la carta posterior que me parece da en el clavo: “el cambio profundo en la política comercial de Estados Unidos”. Pues sí, al menos ya nos dimos cuenta.
No sé de que sirva decir, desde aquí, los muchos problemas que ese cambio traerá a Estados Unidos y al mundo. Ya veremos si los aranceles acaban en treinta, o en diez o cincuenta. Pero está claro, Trump los ama.
Escribí aquí la semana pasada que “Norteamérica” ha terminado.
La pregunta es si el gobierno de México está preparando un nuevo camino.