Siempre que un futbolista naturalizado sea convocado a la selección nacional de México será cuestionado. Aquellos que tienen la nacionalidad por nacimiento exigen que solo suceda en caso extraordinarios, cuando la posición lo requiera.
No hay duda de que Julio Furch es un gran delantero, sus números en la Liga Mx lo respaldan y sus declaraciones de la semana pasada abrieron un debate en donde hasta Édgar Méndez se acabó colgando para hacer notar que a él también le gustaría la idea
Nadie puede culparlos, si sus selecciones no los han considerado y sienten aprecio por esta patria es válido.
Pero a diferencia de casos que se han presentado en el pasado, lo de Furch no viene a partir del interese del técnico nacional, pues no hay tal.
Furch podría competir por un puesto en el Tricolor en caso de que se necesiten más delanteros centros, sin embargo, todavía no sabemos a qué va a jugar México de aquí al 2022, si no hay prisa por nombrar al entrenador mucho menos por traer naturalizados,
Prácticamente estamos hablando de jubilar de un solo golpe a los jugadores que hemos visto madurar desde el 2005, para abrirle la puerta a un grupo de jóvenes con mucho futuro, pero pocos minutos en Primera División y ni hablar de partidos oficiales con la selección mayor. Ni torneos ni eliminatorias.
Las desilusiones dejan trajeron un hambre de cambios y cualquier nombre diferente suena bien. Con el buen paso de Raúl Jiménez e Hirving Lozano en sus clubes en este semestre, creo que la cuota goleadora no debe ser el punto de discusión, hay muchos otros temas que atender.
Mientras tanto, Furch y Méndez pueden agilizar el trámite de naturalización, que se ha vuelto menos común ahora con la regla 10/8.
Lo urgente es conocer el proyecto y el estilo, antes de naturalización talento.
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