El abuelo de María Elena, notable intelectual y escritor en la década de los 60´s, llegó una mañana al medio día a su hogar cargando un conjunto de libros. Presuroso se dispuso a colocarlos sobre su escritorio y comenzar a revisarlos uno por uno. Después de largas lecturas y comentarios en voz alta se encontró con un documento que llevaba por nombre Cocina Mexicana, lo cual provocó un gesto poco grato y al acto lo llevó a la cocina, donde se encontraba su esposa, lo dejó sobre la mesa de servicio y exclamó -Aquí te dejo este manual de cocina, puede que te sirva-. Sin más salió del lugar y continuó con su labor “intelectual”.
El mundo de las letras y la cocina mexicana llevan una historia relativamente joven. A pesar de las crónicas y relatos de los clásicos: fray Bernardino de Sahagún, Clavijero, Manuel Payno, Guillermo Prieto, entre muchos otros, la realidad es que, a lo largo de la historia de México, se a escrito poco de su comida. Dejando los temas referentes a la tradición culinaria como pasajes anecdóticos o como parte de enseñanzas técnicas, propias de la economía doméstica. Mismo tema para el caso de la participación femenina en las áreas académicas e históricas, donde el camino, hasta mediados del siglo pasado, fue el de instruir a otras mujeres en las labores del hogar, el cuidado de la familia o los enfermos.
Ante tal modelo aparece el caso de María Elena Sodi de Pallares. Mujer proveniente de una familia de intelectuales, pero que no evitó el ser la pionera en estudios históricos referentes a la alimentación mexicana. Inició su vida profesional desde muy pequeña, destacando en el periodismo, llegando a la televisión en programas de debate y diálogo. Dichas experiencias le serían de fortaleza para incursionar en la elaboración del Ensayo sobre las excelencias de la cocina mexicana, el cual, tras ganar un concurso auspiciado por la Secretaría de Economía, durante el gobierno del presidente Adolfo Ruíz Cortines, fue publicado como parte del premio. A grandes rasgos, su postulado presentaba una posición de conciliación entre la comida prehispánica, vista como anticuada y sin distinción, con la herencia española y europea, heredada tiempo atrás, además de alertar de la influencia estadounidense, que desvirtuaba el carácter nacional de esta.
Dentro de su estructura, su propuesta fue más allá, dejó fuera la presentación de recetas, tips de cocina y formas de mesa. Trabajó con fuentes históricas, diversos autores y realizó sus propias conjeturas. Todo esto le permitió colocar sobre la mesa, la revalorización de la cocina mexicana, que, a su vez, sería parte importante en la construcción de la identidad mexicana, tan necesaria durante los gobiernos posrevolucionarios.
Hoy en día, el papel femenino en las áreas gastronómicas continúa una lucha interna, enfrentando machismo, egos y malos tratos. Sin embargo, dentro de las aulas se pueden ver las mentes frescas, innovadoras y afanosas por conocer y continuar en la construcción de la alimentación mexicana en todas sus vertientes, de las cuales, en su mayoría son mujeres.