La reforma educativa se ha limitado en el terreno de su discusión a solo un aspecto: la evaluación de maestros.
Hay dos grupos que comprenden el conflicto de este tema.
Por un lado, tenemos a un grupo que se quiere evaluar y por otro tenemos al grupo que no se quiere evaluar. Esta distinción no comprende toda la problemática que rodea a la educación en México.
La evaluación fue coordinada por el Instituto Nacional de la Evaluación de la Educación (INEE), y así fue como el estado recuperó la rectoría de la educación y el control del magisterio.
Por un lado, encontramos al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) que tiene un millón de agremiados, y que aceptó sin chistar la reforma educativa que impulsó el gobierno de Enrique Peña Nieto.
En cambio, la CNTE tiene 35 años a contracorriente del SNTE, con alrededor de 100 mil miembros, y está contra las reformas magisteriales.
El SNTE ha sido un sindicato a la medida de los intereses clientelares de los partidos políticos, los presidentes en turno y los gobernadores.
Por otro lado, tenemos a una coordinadora, la CNTE, que en su radicalismo izquierdoso no vislumbra mejores cauces que lo lleven a sus más legítimas posibilidades de desarrollo educativo y prestaciones económicas.
Ninguna de las dos organizaciones son el cúmulo de virtudes que dicen ser, en bien de la educación. Ambos gremios han defendido, primero, sus salarios, prestaciones e intereses políticos; y en segundo lugar la profesión para la que los contrató el gobierno: la educación.
El sistema educativo de nuestro país no solo comprende a la evaluación que se va a llevar a cabo con los profesores, deja a fuera otros aspectos que también influyen en este tema.
Los programas de estudio siguen intactos, no evolucionan, siguen congelados en el tiempo, y acotan la función de un profesor evaluado a aprenderse de memoria los planes de estudio que emite el Gobierno Federal, dejando aislado al tema pedagógico del maestro.
La reforma educativa tenía varios vacíos ya que no atendía temas tales como infraestructura de las escuelas, pobreza, planes de estudio, el sistema de evaluación, los sindicatos, lo politizado que se encuentra el tema educativo entre otros aspectos más. Estos temas le daban un tinte de incertidumbre al tema de la educación en México.
El único responsable del deterioro educativo que vive nuestro país ha sido el Gobierno por haber utilizado a la educación como un alfil político.
Es importante privilegiar el interés superior del menor sobre los “apetitos sindicales” para llevar a cabo un debate y análisis responsable en un tema tan importante como es la educación en México.