En los primeros días de noviembre se disfrutan en muchos momentos y en diversos espacios de feliz convivencia, los brillantes colores de la flor de cempasúchil, la comida de las ofrendas y el festivo ambiente familiar.
Como en muchos de los tradicionales festejos, no pueden faltar las flores y los característicos sabores de algunos frutos muy propios de la época, como en este caso lo es una pequeña fruta con grandes propiedades y que conocemos como tejocotes, que además de utilizarlos en el ponche o en las ofrendas como dulce, resulta ser un fruto con muchas propiedades que mejoran la salud.
Este pequeño fruto propio de la época de invierno ha sido aprovechado desde la época prehispánica, de hecho, su nombre proviene del náhuatl “texocotl” (tetl piedra; y xocotl “fruto agridulce”) significando “fruto de sabor agrio”.
Se utilizaba además de alimento para fines curativos de diversas enfermedades tanto respiratorias como digestivas, para mejorar la circulación, como diurético e incluso para tratar los “corajes”.
Este fruto originario de México crece en un árbol espinoso conocido como manzanita alcanzando entre 4 y 10 metros de alto, sus características lo colocan en la familia de las Rosáceas con140 especies diferentes, de las que 13 se desarrollan en nuestro país, siendo el Estado de México uno de los importantes productores de esta benéfica fruta.
Se le dice en algunos lugares “manzanas de las indias” y es tan versátil que también se aprovecha su madera, como refiere Fray Bernardino de Sahagún en la “Historia de las Cosas de la Nueva España”: “Los árboles en que se hazen las mançanillas de la tierra se llaman texócotl o texococuáuitl. Son árboles medianos y acopados.Tienen rezia madera.El fruto de ellos se llama texócotl. Son amarillas y coloradas por de fuera, y de dentro blancas. Tienen cosquecillos dentro. Son muy buenas de comer”
Además de buen sabor sus beneficios y efectos en la salud se deben a sus componentes fitoquímicos antioxidantes, además de una fuente importante de vitamina A y C, calcio y fósforo, y por su contenido de pectina también se aprovecha en la industria cosmética, textil y metalúrgica.
Esta riqueza vegetal pequeña y versátil, es parte de nuestras tradiciones culinarias y festivas además de una saludable referencia, bien merece impulsarse su producción para lograr los beneficios económicos y ambientales que este poderoso fruto ofrece.