
¿Es mi imaginación o está comenzando una nueva era en el mundo del espectáculo?
Fui a ver “Jurassic World Rebirth”, como cientos de miles de personas, y la gocé, la gocé muchísimo.
¿Por qué? Porque ya no fue padecer las alucinaciones de las últimas películas.
Fue regresar al filme original, respetar su espíritu, reconocer sus virtudes, sus aportaciones.
Ojo: no fue volver a ver lo que vimos en 1993. Fue un homenaje a lo de 1993 y a partir de ahí, la creación de un contenido para las audiencias de 2025.
Por lo mismo, lo que en otras películas se ve forzado, aquí fluye riquísimo: los temas étnicos, familiares, de género.
“Jurassic World Rebirth” no es sólo un derroche de entretenimiento, es un derroche de inteligencia aplicada a la taquilla. Un nuevo Hollywood que va más allá del “remake”.
Es exactamente lo mismo que pasó con “Alien: Romulus”. ¿Se acuerda?
El universo “Alien” se había convertido en una experiencia psicotrópica insoportable que iba del “Freak show” a las más desesperantes lecturas filosóficas.
“Alien” era una película de terror. ¿En qué momento se convirtió en un tratado de teología?
Y cada vez que íbamos al cine decíamos lo mismo: ¡Qué buena era la primera película!
¿Qué quiere decir esto? Que el filme de 1979 seguía en nuestros corazones. El problema no estaba ahí, estaba en las porquerías que se hicieron después. En los excesos.
“Alien: Romulus”, como “Jurassic World Rebirth”, fue un “borrón y cuenta nueva”. Un ejercicio de autocrítica que nos dijo: “sabemos que nos pasamos de la raya”. “Volvamos al origen”.
Resultado: una experiencia tan gozosa como la de “The First Omen” (“La primera profecía”).
Estamos de acuerdo en que “La profecía” de 1976 es un filme de terror fundamental que fue sobreexplotado hasta que sus responsables terminaron por matar a la gallina de los huevos de oro.
“La primera profecía” es un brillantísimo recordatorio de que el problema no estaba ni en el terror, ni en el satanismo ni en todas aquellas cuestiones que muchos creyeron que habían pasado de moda.
Estaba en la traición, en no haber entendido de qué se trataba esto, en no haber comprendido por qué había funcionado. ¡Mal! ¡Todo mal!
La nueva película de “Superman” va exactamente en el mismo sentido.
No nos hagamos tontas. No nos hagamos tontos. De un tiempo a la fecha agarramos a este poderosísimo personaje e hicimos con él tantas cochinadas que hasta nos atrevimos a atacarlo, a desprestigiarlo, a buscar justificaciones que lo sacaran de la industria del entretenimiento.
La verdad es que “Superman” jamás tuvo problemas. Los problemas los tuvieron los que lo agarraron y lo pusieron a hacer barbaridades en películas que no tenían nada qué ver ni con su esencia ni con el mundo de los superhéroes ni con nada de nada.
¿Qué va a pasar ahora? Como con “Jurassic Park”, como con “Alien” y como con “La profecía”: un “usted perdone”. “Nos equivocamos”. “Por ahí no iba”. “Volvamos a empezar”.
¿Ahora entiende cuando le digo que creo que estamos comenzando una nueva era en el mundo del espectáculo?
Ya no estamos hablando de “remakes”. Sólo de “Remakes”. Estamos hablando de contenidos y de personajes permanentes en el imaginario colectivo. Permanentes.
Lo nuevo es que hasta ahora lo estamos entendiendo así y que, por lo mismo, hasta ahora estamos aprendiendo a honrar estas aportaciones, a explotarlas bien, sin traicionarlas, sin agotarlas, sin extinguirlas.
Y aplica lo mismo para el cine “mainstream” que para la música (“Mentiras, la serie”), las telenovelas (“Amanecer”), los “realities” (“La casa de los famosos México”) y todo lo demás. ¿O usted qué opina?