La perfección existe y se llama “Drag Race México, temporada dos”.
A como están las cosas, es muy difícil que yo le vuelva a escribir de un mismo contenido.
Hoy, teniendo tantos estímulos en tantas ventanas, me atrevo a volverle a escribir de este “reality show” de la plataforma WOW porque genuinamente se trata de algo mucho muy relevante.
No le voy a repetir lo que ya le publiqué pero si gusta ponerse en antecedentes, lo invito a leer mi columna del 25 de junio en milenio.com.
¿Cuál es la nota? Que los mexicanos no sólo respetamos el formato de “Drag Race” sino que hicimos un episodio dos, en temporada dos, verdaderamente magistral.
Si yo me dedicara a dar clases de cine, de televisión o de comunicación, utilizaría ese capítulo titulado “Dance and Silver” como el mejor ejemplo de lo que se debe hacer en este negocio.
Hablemos de la parte editorial. ¿Qué hay aquí? Primero, una estructura redonda, perfecta. La acción comienza y acaba exactamente como debe comenzar y acabar.
Toda la información fluye, se entiende, es contundente. Tenemos humor, suspenso, drama, arte y cultura.
Sí, leyó usted bien y si nos vamos a la parte de los mensajes y de los valores podríamos meter esto a los Emmys y ganar sin la menor duda.
¿Por qué? Porque de entrada tenemos toda la parte de la diversidad sexual, de la inclusión, del empoderamiento femenino y hasta del “body positive”.
¡Pero qué cree! También tenemos enfermedades crónico-degenerativas, resiliencia, sororidad y mil valores pocas veces asociados con el mundo drag sin que se caiga la diversión, la espectacularidad ni la picardía.
Vámonos ahora a la parte de la producción. Los responsables de este episodio crearon algo tan hermoso que hasta se atrevieron a inventar un “reality show” dentro de un “reality show”.
No le voy a vender trama para no arruinarle la experiencia pero hay un momento, cuando va a arrancar el número musical, donde todo inicia tras bambalinas, con la gente real de la producción haciendo lo que tiene que hacer, que es lo máximo de lo máximo.
Es una secuencia que nos permite ver lo que nunca vemos, apreciar, valorar. Es la suma de la genialidad de las drag más la genialidad de directores, técnicos y asistentes. ¡Sublime! En serio. ¡Sublime!
¿Y qué me dice de la “Travest Trivia”? ¿Puede haber una idea más maravillosa que ésta para agradecerle al público de Ru Paul tantos años de cariño?
Ahí es donde uno confirma que esto es bueno, que esto representa algo también en términos culturales y que merece respeto. No hay manera de ver este segmento y de no querer correr a ver los Drag Race de España, Francia y de muchos otros países. ¡Qué éxito!
Pero para éxito, las otras aportaciones de producción como el cuerpo de bailarines, la dirección de toda la parte de pasarela y la edición.
Amé que una influencer (y actriz) tan querida como Herly RG haya estado de jueza invitada porque eso manda mensajes poderosísimos hacia una nueva generación, hacia otro tipo de espectadores.
Herly RG y Oscar Madrazo, juntos, son dinamita, una combinación ideal que brilló hasta ese nivel gracias a la maestría en la conducción de Taiga Brava y Lolita Banana.
Siento una admiración inmensa por estas dos diosas que, de hombres, son guapísimos y varoniles, y de mujeres, bellísimas y femeninas. Eso es ser artista, no tonterías.
¿Pero sabe qué es lo que más les aplaudo? Su capacidad para trabajar en equipo y su liderazgo.
En “Drag Race México, temporada dos” ninguna de las conductoras le quiere robar las cámaras ni los micrófonos a la otra. Al contrario, se ayudan, se esmeran en que su “hermana” brille.
Pero cuando hablan, ¡cuidado! Hay que oírlas, hay que respetarlas, hay que obedecerlas. A eso me refiero cuando hablo de liderazgo y en este capítulo hay muchas secuencias de esto.
¿Cuántos “reality shows” conoce usted, de cualquier tipo, que en un episodio dos hayan alcanzado la mitad de esto? ¿Ahora entiende mi emoción? ¿Ahora entiende mi felicidad?
Luche con todas sus fuerzas por ver “Drag Race México”, temporada dos” en WOW. Los jueves, como hoy, sube un nuevo capítulo y el de esta noche promete ser otra maravilla. ¡Felicidades! De veras que sí.