Con una cultura y una historia de reconocimiento global, cuna de genios militares y literarios, centro neurálgico cultural desde el siglo XVII, hablante de una lengua asociada al arte y a la diplomacia en su máxima expresión y símbolo de un legado internacional de libertad, igualdad y fraternidad, la gran Francia a veces no acaba de resignarse con tanto y cede a algunos encantos y desencantos extranjeros, como los de la sociedad estadunidense.
Cuando hace unos 25 años visité por vez primera París no dejaba de sorprenderme lo mucho que los jóvenes de aquel tiempo, los 90, aspiraban a parecerse a los gringos, ahítos de programas televisivos y cinematografía de Hollywood, cadenas de pizzas y bares para el reventón, que tenían los franceses a montones en sus ciudades siempre combinando la grandeza de su pasado con la modernidad de una potencia de Primer Mundo.
No obstante sus autores antiguos y contemporáneos, de Molière a Le Clézio; cineastas enormes como Godard y Besson; actrices fantásticas que pasan de Deneuve a Jacob, o museos de nivel superior como Versalles y el Louvre, así como una vida nocturna en los bares de Saint-Germain-des-Prés o en torno de la Bastilla, no eran pocos los chicos que veían con aspiración el american way of life.
Jacques Attali ha dicho que a diferencia de países como Estados Unidos, donde los migrantes mantienen sus tradiciones nacionales, en Francia el recién llegado se va adecuando a la sociedad, un proceso de asimilación que hoy es más notorio que nunca cuando se investiga el terrorismo que ha azotado a esa nación en años recientes.
Sin embargo, estos días se ha llegado a un punto en el que el debate se centra en la influencia de las universidades estadunidenses en la discusión pública francesa, básicamente con el reproche de la proliferación de ideas de una “izquierda descontrolada”, la llaman, y la “cultura de la cancelación”, que en efecto ha esparcido su tufo desde acabar con el nombre de un equipo de futbol americano hasta el intento de censurar películas de un catálogo.
Hoy Black Lives Matter y el color de los rostros de la ópera son los temas en París.
@acvilleda