Al parecer ya estamos del otro lado. Rusia ganó la carrera de la vacuna. Seguiremos lidiando con el virus, sí, pero al menos ya está ahí, afuera, la certeza de que hemos triunfado.
En las siguientes semanas nos enteraremos del éxito de otras fórmulas y conoceremos los nombres de lxs científicxs involucradxs, lxs veremos recibir premios y condecoraciones y hablarán de la importancia de la ciencia, exhortarán a los gobiernos del mundo a destinar mayor inversión pública a la educación y la formación de científicxs, llamarán a poner atención a las adversidades a las que nos enfrentaremos en el mediano plazo: deforestación, sequías y problemas con la producción de alimentos y recursos energéticos, y advertirán que, aunque lo que viene es inevitable, sólo la confianza en el conocimiento objetivo y racional podrá hacer que la humanidad triunfe de nuevo. Ya después tendremos que lidiar, otra vez, con lxs antivacunas y sus teorías de una lógica superior a toda lógica y con la catastrófica razón de todxs: lxs detractorxs, lxs ofendidxs, lxs ignorantxs. Ya luego tendremos que enfrentarnos, de nuevo, al sinsentido y la necedad de quien hoy no quiere usar un cubrebocas y abarrota bares abiertos a pesar de las restricciones, y que mañana encontrará un pretexto –lógico hasta el sinsentido– para no someterse a la vacuna, para seguir creyendo en la providencia. Tendremos una generación deslumbrada por la ciencia: lxs mejores epidemiólogxs, químicxs, y biólogxs que verá la humanidad están ahora en la secundaria o en la primaria. Virus más agresivos se enfrentarán a un puñado de científicxs mejores que los que tenemos ahora, y lo bueno es que la ignorancia y la necedad son la misma cosa generación tras generación: para eso no hay ni habrá vacuna. Pero ya sabemos qué esperar.
@eljalf