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Mercados financieros: entre la disrupción de la IA y la sombra de los aranceles

La primera mitad del año dejó una muestra clara de cómo la incertidumbre puede cambiar la trayectoria de los mercados. Sin duda, el “Liberation Day” del 2 de abril marcó un parteaguas. Después de una caída de más de 10% en el S&P 500 en tres días, que llevó a indicadores como el VIX a rozar los 60 puntos, niveles no vistos desde la pandemia, el nerviosismo duró poco. Pocas semanas después, fuimos testigos de una recuperación del mercado y un regreso a los grandes nombres de tecnología, especialmente a aquellos beneficiados por la narrativa del avance de la inteligencia artificial.

Este retorno al apetito por riesgo nos llevó a observar varios hitos; como NVIDIA, que superó los 4 billones de dólares en capitalización, y el S&P 500, que regresó a niveles de valuación en términos de P/E proyectado por encima de 23 veces, contrastando respecto al promedio histórico más cercano 18 veces. Más allá de estos puntos en particular, la narrativa sobre la IA impulsó positivamente las perspectivas de utilidades. Nombres como Microsoft, Meta, Palantir y Oracle sorprendieron con crecimientos en ingresos ligados a modelos generativos. Una combinación entre el escaso crecimiento global y la disrupción tecnológica, sostiene la prima por riesgo que el mercado está dispuesto a pagar; además, explica por qué, a pesar de la incertidumbre arancelaria, los índices cierran el semestre con avances de 5-6%, y el Nasdaq, de casi 9%.

El trasfondo macro está lejos de ser benigno. En Estados Unidos, el déficit fiscal genera preocupación entre los inversionistas. Inquietudes sobre el impacto del gasto incluido en el llamado “Big Beautiful Bill”, han puesto el foco en la oferta de bonos del Tesoro a largo plazo. En general, hemos observado un empinamiento de la curva: el rendimiento del bono a 10 años rozó nuevamente el 4.80%, y en los 30 años se alcanzaron niveles cercanos al 5%. Algo similar ocurre en Europa con la expansión fiscal anunciada por Alemania, o en Japón, donde el banco central tuvo que pausar la subida de tasas ante la presión en los plazos largos. El encarecimiento de la deuda en Estados Unidos coincide con una pausa por parte de la Fed, que se muestra cautelosa ante las presiones inflacionarias que podrían derivarse de los aranceles. Actualmente, el mercado descuenta alrededor de dos recortes de 25 puntos base para lo que resta del año.

Una de las consecuencias visibles de esta política fiscal y monetaria ha sido un dólar más débil. El índice DXY, que mide el desempeño de una canasta de monedas frente al dólar, ha perdido poco más del 10% en la primera mitad del año, lo que ha impulsado el desempeño relativo de los mercados fuera de EE.UU.

Este mismo cóctel de eventos e incertidumbre catapultó al oro a un récord histórico por arriba de los 3,300 USD/oz, lo que representó un rendimiento acumulado de más del 25%. Por otro lado, observamos beneficios estructurales derivados de la compra por parte de bancos centrales y la búsqueda de cobertura ante eventos geopolíticos o un posible repunte inflacionario.

El apetito por activos alternativos también se reflejó en el mercado de criptomonedas, donde Bitcoin acumuló un rendimiento de más del 40% en el primer semestre del año, impulsado por el uso cada vez más frecuente de instrumentos como ETFs, la expectativa de recortes por parte de la Fed y su creciente rol como activo refugio digital. Aunque la volatilidad aún es alta y los flujos continúan concentrados en pocos emisores, el mercado cripto ha ganado mayor legitimidad institucional y empieza a jugar un rol marginal pero creciente en la asignación de portafolios diversificados.

En México, Banxico entregó un ciclo de recortes agresivo para llevar su tasa de referencia a niveles de 8%, lo cual se tradujo en un rally de tasas de entre 80 y 100 puntos base en toda la curva, lo que generó rendimientos muy positivos para los inversionistas. Hacia adelante, el banco central ya ha comunicado una disminución en la magnitud de los recortes, y el mercado espera una tasa terminal cercana a 7%.

En este contexto, ¿qué esperar para el segundo semestre? El escenario base se mantiene en un crecimiento moderado a nivel global, políticas monetarias divergentes, como es el caso de la Fed y Banxico, así como el riesgo latente de que los aranceles puedan tener un impacto mayor en las economías y, por ende, en los mercados. No obstante, la tracción de la IA y la inversión dirigida a este sector son un soporte para el crecimiento y para las expectativas empresariales hacia adelante. Esto, sumado a una economía estadounidense bastante resiliente, como lo reflejan los datos actuales, podría dar sustento a las valuaciones presentes.

La estrategia, por lo tanto, no debe ser de capitulación, sino de una mayor selectividad con disciplina. En la renta fija, todavía vemos atractivo en la parte local, dado los niveles actuales y la expectativa que continuará el ciclo de recortes por parte de Banxico. En la deuda global, conviene añadir algo de duración en bonos del Tesoro de manera conservadora, a la espera del momento oportuno para los recortes por parte de la Fed. En acciones, hay que buscar un equilibrio entre el sesgo growth-tech y temas defensivos, así como geografías con mejores valuaciones relativas, donde existen historias particulares interesantes como Europa. El oro, por su parte, conserva su atractivo ante este entorno y los factores estructurales que respaldan una mayor demanda en el futuro.


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Alfonso Jarquín
  • Alfonso Jarquín
  • Director de Inversiones en Valmex
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