Morena pasó de ser oposición a convertirse en el partido en el poder en Puebla en un tiempo récord, al menos si lo comparamos con el PAN, que necesitó décadas para dejar de ser un club del fracaso electoral. Pero el poder tiene su precio ya que ese boleto VIP desata una guerra interna por gozar de los privilegios.
En Puebla, la figura formal es Olga Lucía Romero Garci-Crespo, la dirigente que sobrevive desde los tiempos de Miguel Barbosa, pasó la prueba de Sergio Céspedes y ahora navega con bajo perfil durante el mandato de Alejandro Armenta. Discreta, calculadora, sin pleitos innecesarios, parecía perfilada al gabinete, pero Armenta prefirió dejarla donde está.
Como contrapeso aparece Andrés Villegas, diputado local y presidente del Consejo Político Estatal. Otro producto del barbosismo que hace equilibrio entre los vientos de la 4T local que a veces soplan a favor, a veces en contra, pero siempre con la brújula apuntando a Casa Aguayo.
Sin embargo, quien verdaderamente manda en Morena es el primer morenista en el estado y se llama Alejandro Armenta. Asumir lo contrario es sinónimo de ingenuidad. Incluso aquellos que sueñan con volver a Casa Aguayo deberían recordar que en 2030, por mandato (y por cálculo electoral), toca mujer.
Mientras tanto, los morenistas seguirán reuniéndose, haciendo como que consensuan, como que debaten. Pero no nos engañemos ya que esto no es un concurso de aplausos. Es simplemente el ritual para confirmar que el liderazgo no se comparte y que, en Morena, las corrientes tienen que alinearse en un solo río, en el que navega el gobernador.
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El manual del buen morenista
Después de dos sesiones fallidas, el consejo estatal del partido por fin desempolvó sus famosos “lineamientos éticos”, esos que el Consejo Nacional había aprobado desde mayo, pero que hasta ahora les dio por tomar en serio. La receta prohíbe el nepotismo, el despilfarro, el uso de recursos públicos como caja chica y los lujos que tanto criticaban antes. Nada de Ferraris, de ropas de diseñador, de cadenas de oro y por supuesto, se acabaron las candidaturas para la parentela.
