Puebla ha desarrollado, a golpes de realidad, un extraño talento para enfrentar procesos electorales siempre cuesta arriba. En 2010, Rafael Moreno Valle rompió con décadas de priismo y logró la alternancia. En 2018, Martha Erika Alonso ganó en tribunales y murió meses después, obligando a una elección extraordinaria que llevó a Miguel Barbosa al poder.
Apenas el año pasado, Alejandro Armenta mantuvo la hegemonía de la 4T. Y en medio, elecciones extraordinarias y locales cada tres años. Puro sobresalto.
No es casualidad que Puebla fuera el primer estado en organizar un foro sobre la Reforma Electoral, fuera de la capital del país. El riesgo es que no sea un diálogo real, sino una simulación, es decir, escuchar, aparentar apertura, pero no cambiarle ni una coma a la iniciativa. Todo para justificar un acto autoritario.
Las instituciones electorales no son perfectas, pero funcionan. Son el último contrapeso que queda para garantizar equilibrios. El reto esta en demostrar que no se busca quitarle al órgano electoral su autonomía y que termine por ser un aparato más del poder.
Como analogía, tenemos el tema de los medicamentos, donde en el obradorato acusaron, dinamitaron, improvisaron, corrigieron y terminaron regresando con las mismas farmacéuticas del prianismo. La pregunta es si ahora quieren aplicar la misma receta con el árbitro electoral.
Los falsos líderes del agua en Xoxtla
Lo venden como “lucha social”, pero en realidad es un negocio sucio. Tanto Renato N como Pascual N se presentan como defensores del agua en Xoxtla, pero en el fondo son agitadores profesionales. Se dice que importan acarreados de Morelos, Veracruz y el Estado de México para llenar sus plantones y aparentar respaldo popular. Porque en casa ya nadie les cree.
El “comité del agua” que encabezan se dedica más a cobrar cuotas que a mejorar la infraestructura. Nunca rinden cuentas y menos invierten. Su bandera es noble, su causa es legítima, pero su manejo es oscuro y su historial lo confirma.
Mientras el gobierno federal, estatal y municipal invierten en proyectos estratégicos para garantizar agua potable, avalados por Soapap y el Plan Hídrico Nacional de Claudia Sheinbaum, estos personajes buscan sabotearlos.
Cada bloqueo, cada sabotaje, cada piedra lanzada no solo retrasa las obras sino que condena a los poblanos a un futuro de desabasto.