Aquel 8 de julio, lo que parecía ser un día normal en el Mercado Cosme del Razo de San Pedro Cholula, terminó en empujones, gritos, comerciantes agredidos, un administrador retenido y documentos sustraídos. Incluso se dice que había hombres armados presentes.
No fue un simple conflicto entre locatarios ya que detrás de ese zafarrancho se dibujan dos líneas de fuego. Una con enfoque ciudadano, donde los comerciantes exigen seguridad y claridad en las concesiones; y otra, la política, donde el nombre que más suena es el del síndico municipal Iván Cuautle Minutti.
Los señalamientos apuntan a presuntos vínculos con la organización 28 de Octubre, protección a intereses externos al mercado y omisiones graves en su papel institucional. En otras palabras, el síndico habría cruzado la línea que divide al servidor público del operador político con agenda propia. Habría cometido una serie de deslealtades.
Cuautle Minutti negó todo y subió un video en el que se dice víctima de persecución política. Pero mientras hablaba de “luchar hasta el último momento contra la corrupción”, el Cabildo ya lo estaba entregando al Congreso, solicitando su destitución por falta de probidad y conducta impropia. Nadie lo defendió.
Y entonces apareció la alcaldesa morenista, Tonantzin Fernández, quien se deslindó del síndico, prometió respaldar cualquier investigación y dejó en claro que el costo político no se lo va a quedar ella. Fue su forma de decir “esto no es conmigo”. El deslinde no es solo por higiene institucional, sino también es estrategia. Si Iván Cuautle cae, la alcaldesa podría colocar a un síndico afín y reforzar el control del Cabildo. Si no cae, al menos ella ya puso tierra de por medio.
En el partido Morena ya huele a pólvora, porque si el Congreso avala la remoción, habrá reacomodo y si no, habrá ruptura. La figura del síndico queda debilitada, pero su permanencia prolongará la división.
Cholula no es ajena a los conflictos intestinos. Lo del Cosme del Razo es un reflejo de cómo el poder se juega en pasillos, juntas auxiliares y mesas de Cabildo.
Un mercado convertido en tablero político. Un síndico cercado pero todavía en pie. Una alcaldesa que se sacude el escándalo sin mancharse el atuendo. Y un Congreso que tiene en sus manos la llave para cerrar esta caja de Pandora.
