Betzy Mariza, originaria de Guanajuato y con residencia permanente en Estados Unidos, llevaba cerca de diez meses viviendo en el municipio de Tarandacuao junto a sus dos hijos, ciudadanos estadunidenses.
Betzy tenía la posibilidad de cruzar de manera regular a Watsonville, California, gracias a sus padres que llevan décadas residiendo en aquel país. Desde hace años trabajaba de manera temporal en actividades del campo, principalmente en la recolección de moras y fresas.
Su rutina consistía en pasar temporadas en Estados Unidos, unos meses de abril a octubre o bien de agosto a octubre.

De acuerdo con su familia, Betzy tomó recientemente la decisión de volver a California con sus hijos, debido a la violencia intrafamiliar que había enfrentado con su pareja, Daniel N. Esa determinación habría detonado el enojo de su pareja, quien la noche del martes 12 de agosto la atacó en su domicilio, dejándola gravemente herida y causando la muerte de su hijo de 9 años, Santiago, con un machete.
Actualmente, Betzy permanece hospitalizada en el Hospital General de León, en recuperación de las lesiones que sufrió.
Ismael Ayala, abuelo materno de Betzy, confirmó a MILENIO que su nieta ya había sido "molestada" con anterioridad por Daniel, aunque nunca presentó una denuncia formal ante las autoridades.
“Pues sí, la autoridad ya sabía que la molestaba y la autoridad nunca se paró (…) tenía poquito que la había molestado, creo que fue la semana pasada”, recordó.
El abuelo agregó que, pese a los consejos familiares, Betzy intentaba mantener la relación, pero en días recientes ya había tomado la decisión de regresar a Estados Unidos junto a sus hijos.
“Y sí le decía su mamá: 'pues ya vente, déjalo ya, si ya no están a gusto, déjalo; tráete a los niños', y ella compró su boleto, le iba a dejar los niños a él y le dio su boleto por dejar ver a sus hijos”, relató.
El plan era viajar en los próximos días para su trabajo temporal en Estados Unidos, pero nuevamente ocurrió otro hecho de violencia, antes de que pudiera concretarse su salida.
Durante la agresión, Santiago, de 9 años, recibió una herida penetrante en el abdomen causada por el machete que usó su propio padre. La lesión fue mortal.
La noticia conmocionó a Tarandacuao, en el suroriente de Guanajuato, donde el niño había hecho amigos en la colonia. Este lunes, casi una semana después del ataque, familiares y vecinos realizaron una procesión en su memoria.

El funeral de Santiago
Entre globos blancos, música de banda y la presencia de aproximadamente 150 personas, el féretro de Santiago fue acompañado por las calles Francisco Villa y Guanajuato hasta la parroquia de Santiago Apóstol.
Ahí se celebró una misa de cuerpo presente antes de continuar hacia el panteón del mismo nombre, donde el menor fue sepultado poco después de las 14:00 horas.
Durante la misa de cuerpo presente, Francisco Amezquita, sacerdote de la iglesia Santiago Apóstol, exhortó a la población a que no haya violencia en las familias y a que exista una mejor educación entre ellos.
“Estamos diciendo que no haya violencia, por eso decía a los papás de Santiago, muchas cosas de estas se dan por ignorancia, una mala educación”, puntualizó.
También, el sacerdote recordó que hace un mes Santiago, en conjunto con otros niños, había hecho su primera comunión.
Mientras realizaban el recorrido hacia el panteón, familiares cargaban una fotografía del pequeño, mientras una unidad de la Policía Municipal resguardaba el cortejo.
La atmósfera era de silencio y llanto, con vecinos y conocidos sumándose al acompañamiento.
Familia de Daniel 'N' piden comprensión: "somos la comidilla"
Previo al entierro, Mayra García, hermana de Daniel N., presunto homicida, tomó la palabra frente a los presentes. Reconoció lo ocurrido, pero pidió respeto para ambas familias, señalando que también ellos enfrentan el impacto de lo sucedido.
Explicó que su hermano ya está siendo procesado por la justicia y que enfrentará las consecuencias, por lo que pidió comprensión ante el dolor que atraviesan como familia.
“Yo sé que ahorita somos la comidilla, pero quiero que vean que las familias estamos unidas. A pesar de lo que pasó, como comentan, como dicen que el asesino, que esto, por favor tengan un poquito de consciencia. Yo eso les pido, sean conscientes, sean humanos, porque ustedes no están pasando lo que nosotros estamos pasando”, comentó.

Mayra advirtió que los señalamientos hacia el presunto responsable también alcanzan a sus hijos y a sus padres, quienes, dijo, podrían ser víctimas de burlas o acoso.
“A mí me afectó mucho que haya pasado con mi familia, y a nadie, a nadie le deseo esto. Esas son las cosas que ahorita, ya que ella falleció, todos se preocupan, todos dicen ‘ay pobrecitos’, y cuando ella fue a pedir ayuda, ¿quién la ayudó? Cuando ella fue a pedir ayuda por primera vez a las autoridades, ¿quién dijo yo? Nadie. Entonces, no hablen de lo que no saben”, indicó.
Mientras se realizaban los oficios fúnebres, los abuelos maternos de Betzy permanecieron al lado de su hija, quienes pidieron apoyo para enfrentar las consecuencias legales y administrativas del caso.
Juan, padre de Betzy, solicitó la intervención del consulado estadunidense para los trámites relacionados con la notificación de la muerte de su nieto y, en su momento, el traslado de su hija a California cuando su estado de salud lo permitiera.
“Queremos con el consulado americano notificar el fallecimiento del niño, porque uno está desconocido de sus funciones, de cómo se hace y todo, nos podían asesorar o ayudarnos al trámite. También quiero que cuando mi hija se recupere me la entreguen, para poder llevarla para allá”, expresó.
El abuelo recordó que su hija viajaba cada año a Estados Unidos para trabajar en el campo, y que la intención de volver obedecía tanto a razones laborales como de seguridad personal.
“Pues sinceramente yo también estoy bien sorprendido sobre esto y lo que pasó, porque yo conocí también a Daniel y yo nunca pensé que él fuera capaz de tanto daño para su esposa, la quería un chingo, la quería un montón, y pues los niños también lo querían mucho, no sé por qué pasó eso”, agregó.
Por su parte, Gisela Corona, abuela materna, expresó la necesidad de sostener a la familia en medio de la crisis, solicitando apoyo para garantizar la salud de todos los miembros de su hogar.
“Está decaída y necesitamos un corazón muy grande porque no asimilamos esto, sea por dios ahorita lo que debo de hacer es apoyar a mi hija, apoyar a mi nieta y pedir por su salud que ella es la que está hospitalizada todavía”, dijo.

Recordó que Santiago tenía muchos sueños, aunque era un niño reservado como su madre.
“Como todos los niños tienen sueños, él tenía muchos sueños. Él era muy callado, igual que su mamá porque mi nieta es una persona muy callada, y por eso le pasó lo que le pasó, porque ella no decía nada”, comentó.
El caso mantiene a Tarandacuao en conmoción. Mientras el proceso judicial contra Daniel N. avanza, la familia de Betzy busca apoyo institucional para garantizar su recuperación médica y la posibilidad de retornar a Estados Unidos.
El cortejo fúnebre de Santiago y las voces de ambas familias reflejaron la complejidad del caso: una historia marcada por la migración, la violencia intrafamiliar y la ruptura de un núcleo familiar.
