La gran fe que profesan miles de ciclistas católicos a la Virgen de San Juan es el motor que los impulsa a pedalear con fuerza, recorriendo largas distancias hasta llegar a San Juan de los Lagos, con la esperanza de arribar sanos y salvos.
“Es la fe, la fe a Dios y a la Santísima Virgen, nuestra enmienda. Es un compromiso muy grande, pero muy bonito; la verdad a mí me agrada mucho”, expresa con emoción don Mario Ferreyra Iturbide, originario de Santiago Zapotitlán, en la Ciudad de México, quien desde hace 30 años organiza las rutas de unos 300 ciclistas que viajan para agradecer a la Virgen de Jalisco.

Desde hace una semana, miles de peregrinos sobre ruedas cruzan distintos puntos del país. Algunos parten de la Ciudad de México, atraviesan Querétaro y, al llegar a Guanajuato, pasan por Irapuato, Silao y León, para luego tomar la carretera de cuota León–Aguascalientes.
Don Mario, secretario de la Mesa Directiva de la Asociación de Ciclistas, coordina con orgullo la 42ª Peregrinación a la Virgen de San Juan de los Lagos. Para ello, ha debido memorizar y transmitir a todos los participantes el reglamento de tránsito, con el fin de garantizar un recorrido seguro. Su ruta inició el 12 de agosto y, si todo marcha como lo previsto, este viernes llegarán a su destino.
José Ariel Velázquez, ciclista originario de Tláhuac, lleva siete años realizando esta ruta. Además de acudir para agradecer a la Virgen, confiesa que el gusto por el deporte es otro de sus grandes motivos.
“Más que nada nos gusta el deporte y venimos a dar gracias a la Virgen de San Juan de los Lagos porque nos ha concedido muchos deseos. También pedimos por la familia, por los compañeros de trabajo y por los compañeros de ciclismo”, asegura.
Ariel no teme a los riesgos del camino, pues considera que forman parte de cualquier actividad física. “En cualquier deporte hay riesgo. Hasta ahorita hemos recorrido bien todo. Hay de todo”, comenta con serenidad.
Entre los ciclistas también se encuentra Salvador Flores Bautista, quien viaja desde hace cinco años para cumplir promesas. Este año lo hace en agradecimiento por la recuperación de su hermano, quien fue operado del corazón, y por su propia salud.
“Ahorita voy por una manda de mi hermano, que tuvo una operación de corazón y gracias a Dios ya está en casa. Yo también estuve enfermo en 2020 y tardé tres años en volver a moverme; por eso este es uno de mis principales motivos”, comparte.
Para todos ellos, el viaje no es solo un reto físico, sino un acto de fe, gratitud y esperanza, que culminará con la llegada a la Basílica de San Juan de los Lagos, donde depositarán sus oraciones y promesas cumplidas.