Hace seis años, la figura independiente “tocó el cielo” y capitalizando diversos factores rindió como fruto principal que Nuevo León eligiera al primer gobernador sin partido en México.
Eran tiempos distintos, gracias a reformas aprobadas en 2014 a nivel federal fue posible dar vida a una demanda de generaciones: que en México se pudiera aspirar a gobernar sin atarse a un partido.
Así Pedro Kumamoto se convirtió en diputado local en Jalisco, Manuel J. Clouthier en diputado federal por Sinaloa y en Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón llegó al gobierno.
Pasado el tiempo, el sistema de partidos “hizo la tarea” y confeccionó nuevos obstáculos que convirtieron la figura independiente en todo un logro. Amplió el número de firmas necesarias, redujo la cantidad de aportaciones que pueden recibir y en algunos estados facilitó, de manera paralela, que la avanzada se convirtiera en partido político, como el caso de Futuro, que acaba de ganar el registro en Jalisco, creado por Kumamoto.
Pero, al mismo tiempo, otros factores han desdibujado las candidaturas independientes, entre ellos, las trampas en el proceso para conseguir las firmas para la aventura de Jaime Rodríguez en busca de la presidencia; hecho juzgado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. El desprestigio mermó un objetivo por el que muchos lucharon.
No todos los funcionarios que llegaron por la vía independiente lo han hecho mal, pero los casos ejemplares impactan en el ánimo de una manera evidente.
Dicho en números, en 2015 participaron 22 candidatos con esta figura en Nuevo León. Tras el éxito en las urnas, el auge del fenómeno y el discurso de repudio atizado como apuesta, en 2018, un total de 133 ciudadanos buscaron las firmas. El viernes venció el plazo para entregar las cartas de intención ante la Comisión Estatal Electoral y solo 39 personas van a buscar estar en la boleta por esta vía.
Si descontamos a aspirantes como César Valdés, hasta hace días ex funcionario estatal, y a Carlos Alberto Guevara, actual alcalde de García, que van a competir entre ellos, el chiste se cuenta solo.
