De todos es sabido que la política es una actividad sumamente escabrosa y que muchas veces exhibe la esencia del ser humano, en este caso de aquellos quienes mueven los hilos del poder y que soltarlos es casi imposible, una vez probados los alcances y beneficios que les deja el estar al frente de un partido, cualquiera que sea.
A un mes de las elecciones, la oposición, en este caso el PAN y el PRI, sigue dando tumbos, demostrando y confirmando por qué no fueron una real alternativa de cambio para la sociedad mexicana.
La cereza del pastel fue lo ejecutado por Alejandro Moreno, dirigente nacional priista, quien al más viejo estilo... priista, llevó a cabo una reforma al interior de “su partido” para perpetuarse en la dirigencia.
Arremetió contra todos aquellos quienes estuvieran en su contra, ¿nos recuerda a alguien?
Las amenazas de expulsión del tricolor son el “arma más peligrosa” que puede usar contra aquellos opositores a su posible y casi segura reelección hasta por ocho años; imaginemos a los militantes, si es que aún quedan, temblando de miedo.
Enfrente, en el Frente Cívico Nacional, uno de los organizadores de las movilizaciones de la "Marea Rosa" parece estar condenado al fracaso, al ver a las mismas caras de lo que aspira a ser un partido político que aglutine a un amplio sector de la sociedad que nunca ha estado de acuerdo con los postulados de Morena.
Desde el nombramiento del ex empleado del gobierno panista de Tamaulipas, como titular de la Comisión de Consulta y Auscultación, al perredista Guadalupe Acosta Naranjo para coordinar los trabajos, el futuro para una nueva fuerza política no luce nada halagador.
¿No habrá, entre todos los simpatizantes del Frente, alguien con más capacidad y liderazgo para encauzar el movimiento, que un político?
En Tamaulipas se extrapola la situación. Luis Cantú, quien en su apodo llevó su penitencia, no parece mostrar algo de culpa ante la debacle azul.
Lo mismo con quien maneja los retazos del priismo, Mercedes del Carmen; ni hablar de Movimiento Ciudadano y mucho menos de los perredistas.
Debe haber una oposición a la oposición, aunque suene raro, es buscar y encontrar -sin que suene a cliché- a mujeres y hombres interesados en ganar espacios en el escenario político, capaces de conseguir espacios y generar propuestas encaminadas al bien común.
De lo contrario, estaremos condenados a vivir en el populismo.