Comunidad

Indestructibles e irresponsables

Tampico y la zona sur, al igual que el resto del país, atraviesan una intensa temporada de lluvias, casi digna de los tiempos de Noé, con inundaciones, árboles caídos y transformadores explotando que dejan a colonias enteras sin luz.

Pero hay otro problema que merece su propio apartado: los indestructibles e irresponsables. Esos automovilistas que recorren las calles como si fuera un soleado día de primavera, ignorando por completo las condiciones adversas provocadas por las lluvias.

El pasado fin de semana me tocó ver cómo conductores de todo tipo de vehículos —carros, camionetas, motocicletas y microbuses— circulaban como si huyeran del diablo. No solo ponían en riesgo sus vidas, sino también la de otros automovilistas y peatones.

Se sienten todopoderosos, olvidando que el pavimento puede recordarles, en cualquier momento, lo frágil que es el cuerpo humano cuando el vehículo derrapa y termina estrellado o volcado por la velocidad y el asfalto mojado.

¿Cuántas historias no conocemos, de primera mano o a través de las noticias, sobre automovilistas que se sienten envalentonados tras el volante y que, después de provocar un accidente, terminan convertidos en una caricatura, llorando en medio de la tragedia?

Y luego están los otros: los que creen que las calles son pistas de carreras y los peatones, simples charcos. A esos remedos de “Checo Pérez” poco les importa mojar a un obrero, a un estudiante o a una madre de familia. Pareciera que lo disfrutan, como si sumar víctimas fuera parte del juego.

Esas acciones solo exhiben la miserable humanidad de quien va tras el volante, sin importar el ejemplo que pueda estar dando, incluso frente a su propia familia. O lo que es peor: ante el juicio de su conciencia… si es que la tiene.

Ahora bien: quien esté libre de haber cometido una falta de tránsito, que acelere la primera piedra. Todos, en mayor o menor medida, hemos cometido alguna infracción vial. Pero entre las pequeñas omisiones y las salvajadas que ponen vidas en riesgo, hay un abismo.

Cada acelerón imprudente, cada peatón ignorado y cada charco convertido en arma, no es valentía ni destreza al volante, son pequeñas decisiones que, sumadas, pueden cambiar vidas para siempre. Lo que para uno es juego, para otro puede ser el final de su historia.

Esa diferencia es la que separa un error de una tragedia.


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Víctor Hugo Martínez
  • Víctor Hugo Martínez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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