El 28 de junio del 2010 es una fecha clave en la vida política de Tamaulipas. Marcó y por mucho lo que hoy prevalece en la entidad, un punto de inflexión no solo de un partido o sistema, también de personajes y corrientes al frente de las riendas de esta región, más el reacomodo de aspectos sociales.
El homicidio de Rodolfo Torre Cantú, entonces candidato a la gubernatura por el Partido Revolucionario Institucional, se puede considerar como el empujón al precipicio del antes todopoderoso organismo. Le alcanzó para seguir 6 años más tomando decisiones en el tercer piso de Palacio de Gobierno en Ciudad Victoria, sin embargo, su caída estaba en marcha.
Lo subsecuente, la derrota ante el PAN, posteriormente obligado a aliarse con los azules y caer frente a Morena, es parte del epílogo a su trágica historia y sentenciado a quedar solamente en los libros; su actualidad y como dice el adagio popular, no gobierna ni en su casa.
A 15 años del acontecimiento salen los famosos “hubiera”.
¿Qué pasaría si se evitaría el crimen al doctor de profesión y parte de su equipo de colaboradores aquella mañana del lunes, cuando trasladaban al aeropuerto de la capital y tomar un avión con destino a Río Bravo a fin de concluir su campaña?
Muy posiblemente el tricolor habría medio librado el hartazgo y desencanto del tamaulipeco promedio motivado por la inseguridad, además de la marcada soberbia y cinismo en muchos funcionarios, alejados del contexto en las calles. Habría dado un poco de pelea a Francisco García Cabeza de Vaca en el 2016 e, incluso, no quedar tan mermado para la contienda del 2022.
En los hechos, de eso vive el Comité Estatal y su titular Bruno Díaz. Contados priistas, al momento de hablar o expresarse ante un micrófono, en conversaciones de café o redes sociales, da esa impresión de quedar encapsulados en el tiempo, es decir, “todo fue bonito en su gestión”… y eso es lo grave, ya fue.
Así se entiende la crisis reflejada en sus malos resultados, pasando de primera a cuarta fuerza política (ya los superó en preferencias Movimiento Ciudadano, aunque lo sigan negando), sin el interés del pueblo y, como quizás nadie lo esperaba, ninguneados por el sector empresarial y social.
Si el PRI Tamaulipas hace a un lado el “hubiera”, puede recuperarse.
Pero ojo: el puede no garantiza nada.
