Este segundo año de la pandemia definida por COVID-19 nos ha traido una nueva época de la salud pública en México y el mundo. La fe en las nuevas tecnologías afectó nuestro pensamiento sobre las herramientas convencionales. Como dijo Bruce Aylward, subdirector general de la Organización Mundial de la Salud, al comienzo de la pandemia: “En el mundo de la preparación y la planificación, sufro los mismos sesgos o error de pensar, que muchas personas porque no tenemos una vacuna y no tenemos un tratamiento”.
Durante la emergencia sanitaria, las medidas de salud pública (ahora llamadas a menudo intervenciones no farmacológicas) incluyeron el uso de mascarillas; identificar y poner en cuarentena a personas infectadas o contactos cercanos; lavarse las manos; distanciamiento social, incluido el cierre de escuelas, lugares de entretenimiento y lugares públicos; cancelación de eventos públicos; y restricción de viajes. Las pruebas de antígeno, PCR y las tecnologías digitales significaron que las medidas de salud pública se podían movilizar de manera rápida, precisa y eficiente.
Apenas esta semana, en Estados Unidos publicaron una actualización sobre la conducta que debemos tener ante casos confirmados y personas expuestas al SARS-CoV-2. Dado lo que sabemos actualmente sobre COVID-19 y la variante Omicron, los CDC están acortando el tiempo recomendado para el aislamiento de 10 días para las personas con COVID-19 a 5 días, si son asintomáticos, seguidos de 5 días de uso de una máscara cuando están cerca de otras personas. El cambio está motivado por la ciencia que demuestra que la mayor parte de la transmisión del SARS-CoV-2 ocurre temprano en el curso de la enfermedad, generalmente en los 1-2 días antes de la aparición de los síntomas y 2-3 días después. Por lo tanto, las personas que dan positivo en la prueba deben aislarse durante 5 días y, si están asintomáticas en ese momento, pueden dejar el aislamiento si pueden continuar con la máscara durante 5 días para minimizar el riesgo de infectar a otras personas.
El efecto de las medidas de salud pública sobre la epidemia también se puede ver en lugares donde la fuerza de estas medidas fluctuó con el tiempo. Cuando se relajaron las medidas de salud pública, la epidemia comenzó a aumentar; a la inversa, cuando se endurecieron, la epidemia comenzó a declinar. Los estudios también han demostrado que las medidas de control del covid-19 redujeron en gran medida los casos graves y las muertes por otras infecciones del tracto respiratorio.
Las tecnologías digitales también han ayudado. Por ejemplo, Internet se ha utilizado para facilitar la notificación de casos, de modo que los responsables de la toma de decisiones puedan evaluar y ajustar rápidamente las políticas; se han utilizado computadoras para modelar las características y el desarrollo de la epidemia para informar las políticas; y se han utilizado teléfonos móviles para rastrear y gestionar contactos cercanos y para contactar y consultar a los médicos para minimizar las visitas al hospital.
Antes de terminar esta columna, me gustaría agradecerle a usted por leer sobre salud púbica e informarse sobre este fascinante tema que tiene mucha relevancia en nuestra vida diaria como humanidad en la tierra. Le invito también a profundizar en las dudas que pueda tener a través de fuentes oficiales, científicas y confiables. No crea todos los titulares que lee en medios dudosos y siempre consulte a su profesional de salud para hablar sobre éste y otros temas que impacten en su salud y su vida diaria.
* El autor es médico investigador del movimiento Ciencia Previene Violencia, una iniciativa del Instituto de Salud Pública Anáhuac, Universidad Anáhuac México.