El 8 de marzo nos brinda una oportunidad única para reflexionar sobre las luchas y triunfos de las mujeres en todo el mundo. Al hablar del Día de la Mujer, es fundamental remontarnos a sus orígenes. Durante la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague en 1910, Clara Zetkin propuso la celebración del Día de la Mujer Trabajadora, una iniciativa que fue aprobada con el fin de que las mujeres tengan derecho a votar. Así, el 19 de marzo de 1911, en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, se llevó a cabo la primera conmemoración. Además, en el año 1975, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, se estableció formalmente la fecha de 8 de marzo para referir a la mujer como artífice de la historia y reconocer la lucha plurisecular de la mujer por participar en la sociedad.
Sin embargo, en la actualidad, nos enfrentamos a nuevos desafíos en cuanto a la desigualdad de género. En conflictos mundiales que generan una serie de crisis adicionales, tales como la migración, la alimentación y la humanitaria, el sufrimiento de las mujeres impacta directamente en ellas. En los conflictos actuales, como los de Ucrania y entre Israel y Palestina, las mujeres no solo participan activamente, sino que también son las que más enfrentan las consecuencias de la guerra como principales víctimas, siendo afectadas directamente.
En Ucrania, desde el inicio del conflicto con Rusia a gran escala, las mujeres y las niñas han enfrentado impactos devastadores. Según ONU Mujeres, más de 10 millones de personas han sido desplazadas, de las cuales el 90% son mujeres y niños. Además, las mujeres de Ucrania representan una proporción significativa de las 2,296 víctimas mortales verificadas desde el comienzo de la invasión rusa. Cada día es más notable la cantidad de mujeres en los cementerios de Ucrania, ya que han participado activamente en la movilización del conflicto.
El conflicto en cuestión no solo ha agravado las disparidades de género preexistentes, sino que también ha puesto en peligro la seguridad y el bienestar de un gran número de mujeres y niñas en la región. Según datos de ACNUR, a pesar de que la mayoría de las personas refugiadas y desplazadas internas de Ucrania expresan el deseo de regresar a sus hogares en algún momento, solo un pequeño porcentaje, aproximadamente el 12%, tiene planes concretos de hacerlo en los próximos tres meses, y se ha observado que la mayoría de estas personas son mujeres.
La situación no es menos grave en el conflicto entre Israel y Palestina. Históricamente, las mujeres y los niños han sido desproporcionadamente afectados por la violencia y el desplazamiento en Medio Oriente, ya que al tener que abandonar sus hogares con sus bebés, quedan sin hogar y sin derechos básicos. Las mujeres en estas áreas enfrentan desafíos únicos, incluido el acceso limitado a servicios esenciales y la vulnerabilidad a la violencia de género. De los más de 30.100 fallecidos, en torno al 70% son mujeres y niños: más de 8.800 mujeres y 13.230 menores de edad, incluidos bebés de pocos meses o años.
Las estadísticas y reportes revelan un panorama sombrío de cómo los conflictos agravan las desigualdades de género y ponen a las mujeres en una posición de mayor vulnerabilidad.
Por otro lado, en cualquier batalla y espacio de conflicto durante la historia de la humanidad, la violación sexual ha sido un fenómeno no castigado ni regulado, lo cual ha sido uno de los principales motivos por los que las mujeres han intentado escapar, dejando atrás su hogar, y este hecho se ha evidenciado por todas las partes.
En este 8 de marzo, es crucial reconocer la resiliencia y la fortaleza de las mujeres afectadas por conflictos en todo el mundo. Sin embargo, también es esencial que la comunidad internacional no solo conmemore esta fecha, sino que tome medidas concretas para proteger a las mujeres y niñas en situaciones de conflicto, asegurando su participación en los procesos de toma de decisiones y en las negociaciones de paz. Solo a través de un enfoque inclusivo y equitativo podremos esperar alcanzar una paz duradera que beneficie a todos los miembros de la sociedad, independientemente de su género.