Policías aparecen en cámara, portando un traje o ropa de vestir. Narran cómo vivieron la época más complicada de su vida, persiguiendo a un escurridizo asesino serial.
Durante esa época se mudaron a la oficina, pasaban días adentro de un vehículo, comiendo lo que podían, usando métodos burdos (y agobiantes) de investigación, como revisar cada pertenencia de la población de una zona, solo para comprobar que no portaban un martillo asesino.
Detallan que lograron la detención de su objetivo en un operativo encubierto, luego de que un ex policía dedicado al (ilegal) negocio de la prostitución, los puso en alerta cuando mujeres empezaron a desaparecer.
En el marco de los interrogatorios en instalaciones oficiales, resultado de simulaciones, descuidos, malos entendidos, agotamiento y estrés, el sospechoso se les escapó. Entonces, los agentes a cargo le pidieron a uno de sus compañeros que el reporte oficial indicara que se trataba de un detenido por una falta menor que fue dejando en libertad, en tanto lo recapturaban.
El policía que habría falseado el reporte relata también que accedió a hacerlo, porque comprendió que se trató de un error y no un hecho de corrupción.
Dos mujeres policías más, una de ellas la primera comisionada, hablan del reto que representó su participación en el caso, desde su rol de género, el impacto personal y los obstáculos que encontraron.
Los policías admiten que la confesión del asesino era la parte sustantiva de su investigación, porque no habían logrado recopilar evidencia; temían que si el asesino se retractaba durante el juicio, todo el caso se caería. Reconocen que el caso de este asesino serial, responsable de al menos 21 muertes, tomó por sorpresa a una nación entera y por supuesto, a su sistema de justicia: sin perfiles criminológicos y de investigación formados, sin herramientas, sin protocolos de atención a familiares víctimas del delito, entre muchos otros aspectos.
¿En qué país un policía en funciones o desde el retiro, podría narrar con completa honestidad sus errores y aprendizajes con motivo de su función?
En México, no.
En nuestro país, los policías son entes construidos por la política e intereses cuestionables, como seres oscuros, movidos enteramente por la corrupción de sus propias mentes. Difícilmente se les visualiza como personas que sufren los errores de un sistema que los deja entre la espada y la pared, teniendo que solventar como mejor pueden las situaciones a las que se enfrentan.
Las y los policías que hablan en el documental al que hago referencia, son de Corea del Sur, atendiendo alrededor del año 2004 el caso del “Asesino del Impermeable”. Sus experiencias fueron fundamentales para mejorar su sistema policial y de justicia, en un contexto en donde hay una crítica social sobre la capacidad de una sociedad entera para construir y sostener a un asesino.
Son policías que hablan públicamente de sus errores en un país que valora profundamente la honestidad.
Sophia Huett