En mi niñez, uno de los momentos más felices del año era la Navidad. Veía a mis primos y primas, a mis abuelitas, a mis tías y tíos. Era una noche mágica y especial, llena de cariño y por supuesto, uno que otro regalo.
A esa edad me parecía incomprensible que existieran personas que no disfrutaran de lo mismo que yo en ese día, por estar trabajando o por no tener con quién compartirlo. De camino a la casa de la Abuelita, por la noche, veía gente todavía trabajando en una gasolinera, en una farmacia, alguna tienda abierta, taxistas y por supuesto, policías.
Con el paso de los años, debido a su profesión, mi hermano fue uno de lo que se unió a ese grupo al que le tocaba trabajar 24 y 25 de diciembre, así como 31 de diciembre y 1 de enero. En su caso, como piloto aviador, entendí que eso le permitía reunir familias para estar juntas en fechas importantes.
Luego, en la Policía, las y los compañeros se organizaban para que cuando tocaba trabajar esa noche, hubiera algo especial para cenar y un momento para elevar las oraciones por las familias que estaban distantes.
Hoy, la realidad es aún más dura: más que nunca, las y los doctores son quienes sin importar si es día festivo, trabajan al máximo de sus capacidades para que en las familias no falte ningún integrante.
El año 2020 nos trajo un duro momento para los hogares en las que hoy faltan uno o varios integrantes, no solo porque están trabajando, sino también en los casos de quienes fallecieron a causa del virus que llegó para cambiarnos la vida y el corazón.
También se suman las familias de las y los jóvenes fallecidos, víctimas de sus propias decisiones de participar en un grupo delictivo, para el que siempre fueron figuras reemplazables.
Faltaron también aquellas ciudadanas y ciudadanos, que desde el uniforme de policía y abrazando la misión de proteger y servir a la sociedad, también perdieron la vida al cumplir con su deber.
Puede que haya quien critique el sentimentalismo de estas fechas y el de estas letras; pero tal vez el dejar de ser sentimentales fue lo que nos llevó a la indiferencia e insensibilidad que causa que el gremio médico y también el de la seguridad, tengan hoy más trabajo que nunca, sacrificando sus momentos familiares a favor de alguien más.
A ustedes, que no tuvieron cena familiar por cumplir con los deberes, muchas gracias, hoy y siempre.
