Fernanda recibió su primer tablet durante la pandemia, para poder tomar sus clases. Para sus padres, quienes trabajaban desde casa, resultó un gran alivio, porque ya no tenían que compartir computadora.
Tras la llegada del aparato, todo cambió. La niña de 8 años dejó de “interrumpir” la jornada laboral de sus padres y se mostraba entretenida la mayor parte del día.
El aparato le permitía tomar sus clases, ver películas y buscar información para sus tareas. Fácilmente abrió también su primera red social, para cuyo perfil ella misma se tomó la fotografía, colocada junto con su nombre completo, tal y como aparecía en la lista de la escuela. Su identidad cibernética estuvo lista y comenzó a escribir con otras personas, a las que incluso no conocía.
Varías de esas personas fueron muy amigables. Una en particular fue aún más paciente e interesada en el día a día de la niña y se ganó su confianza. Le hacía sentir que la comprendía, la adulaba y le pedía su opinión sobre temas en los que sus papás no la hubieran dejado opinar.
Fernanda se sentía bien con esa comunicación, especialmente en una época tan complicada como la pandemia, en la que tenía meses sin ver a sus amigas y su familia parecía muy ocupada y estresada, aun cuando estaban más tiempo en casa.
Por ello, cuando su nueva amistad le mostró interés en conocerla aún más, a ella no le resultó extraño. Comenzó a enviarle fotografías tomadas desde su propia Tablet: su recámara, su sonrisa, sus mascotas, su lunar, sus hermanos…
El nivel de peticiones fue en aumento y Fernanda comenzó a sentirse incómoda; al intentar negarse a enviar más material, su amistad, quien resultó tener voz de señor, comenzó a marcarle y a amenazarla en acusarla con sus padres, de quienes tenía sus datos a través de conversaciones anteriores con la propia niña.
Y así comenzó la pesadilla de Fernanda, una de las tantas niñas y niños afectados por el ciberacoso, engaño pederasta o mejor conocido como grooming.
De acuerdo al Módulo sobre Ciberacoso 2019 del INEGI, antes de la pandemia, 3 millones de niñas y niños (el 27% de quienes tienen acceso a internet), fueron víctimas de ciberacoso en redes sociales, una conducta inicial para que se presenten los delitos de trata infantil, pornografía, abuso sexual e incluso extorsión.
En julio de 2020, apenas en los primeros meses de la pandemia en México, la Unidad de Inteligencia Financiera del Gobierno Federal, informó del incremento de alrededor del 117% en la actividad de pornografía y prostitución infantil.
Aunque hay reformas al Código Penal Federal que tipifican los delitos de ciberacoso sexual, acoso sexual, así como la difusión de fotos o videos con contenido sexual sin autorización de la persona afectada, como tal, no hay legislación que proteja a niñas y niños como Fernanda, que para lesionar su privacidad e intimidad, primero fueron engañados por un adulto.
La situación que pasó Fernanda no implica que sus padres sean descuidados o malos cuidadores: es el reflejo de una realidad en la que como familias debemos proteger esos resquicios por donde el delincuente busca filtrarse para entrar a nuestro hogar y dañar a los nuestros.
¿Qué se puede hacer por lo pronto?
De inicio, tener presente que la edad mínima para tener redes sociales, establecida por los proveedores del servicio, es de 13 años, por lo que no es aconsejable autorizar o fomentar que niñas y niños cuenten con un perfil en redes sociales.
Una vez que cumplan con la edad, lo más importante es que comprendan que no todo es lo que parece; que las fotos y los perfiles falsos son más comunes de lo que quisiéramos, que debe cuidar sus contraseñas, proteger su privacidad y en especial, que debe buscar en su familia el apoyo ante una situación que provoque incomodidad, amenaza o haya una situación de chantaje.
Lamentablemente, cualquiera que haya visto los debates de estos tiempos electorales coincidirá que un gran número de candidatos y candidatas tenían como propuesta “bajar recursos” para infinidad de sectores, causas y razones. ¿Y si mejor le hubieran echado un ojo a temas que requieren un trabajo legislativo serio, como ampliar la protección de niñas y niños?
Sophia Huett