Imagino al coronavirus como un tsunami que se aproxima a la playa. Hay quien decide seguir jugando a la orilla del mar e incluso, invitar a otros a que tomen el sol sin preocuparse. En el otro polo, hay quien decide resguardarse a piedra y lodo.
Las decisiones que se tomen o no ante la gran ola, equivalen a la determinación que tiene una Nación ante el coronavirus que puede considerarse como un tema de Seguridad Nacional ante los riesgos y amenazas que genera.
La Seguridad Nacional no es un tema de policías, ejércitos o justicia, sino la capacidad que tiene el Estado de contar con una visión multidimensional para defender, además de su soberanía territorial, a sus habitantes e intereses nacionales frente a amenazas del exterior o la posibilidad de una crisis interna.
Hay académicos que señalan que la confianza de la ciudadanía, la legitimidad, el prestigio ante otros países y el mantenimiento del bienestar, son también componentes de la Seguridad Nacional.
El último Programa para la Seguridad Nacional emitido en México, correspondiente al periodo 2014-2018 estableció la gestión de riesgos sanitarios y pandemias ante un escenario de apertura global, entendiendo que en términos turísticos y económicos, México es una nación abierta al mundo.
De manera puntual, establece que la salud es un componente clave en la agenda de Seguridad Nacional y cita la experiencia de la aparición de la influenza en el año 2009, a la que califica como un importante aprendizaje para escenarios en los que la salud de la población y el desempeño de la economía nacional pueden estar en riesgo.
La Estrategia Nacional de Seguridad Pública del actual Gobierno de México establece como octavo y último punto “Seguridad Pública, seguridad nacional y paz”.
Conceptualiza a la Seguridad Nacional como una condición indispensable para garantizar la integridad y soberanía nacionales, libres de amenazas al Estado, en la búsqueda de construir una paz duradera y fructífera, que intentará anticiparse a riesgos y amenazas, con una gestión supeditada a una sola doctrina y estrategia.
Como riesgos y amenazas cita flujos migratorios descontrolados, crimen organizado, corrupción gubernamental, cambio climático, fenómenos perturbadores, colapso de instalaciones estratégicas o infraestructura crítica de la información.
No hay oración o punto que hable de la salud. Con la publicación del Programa de Seguridad Nacional pendiente y ante el escenario actual, se está a tiempo de incluir a la salud como uno de los temas prioritarios en la agenda.
Las experiencias de otras naciones y los aprendizajes del maldecido pasado, hoy son muy útiles para mitigar los daños que provocará el tsunami llamado coronavirus. Ojalá aprovechemos el trecho de ventaja que ya se nos dio.