El año 2019 no fue sencillo en materia de seguridad.
Los doce meses que hoy concluyen, podría cerrar con más de 36 mil homicidios dolosos, el año más complejo desde que se comenzaron a hacer públicas las cifras sobre incidencia delictiva, en 1980.
Este delito, el más doloroso para una sociedad, es uno de los más complejos de atender.
¿Qué se requiere para el año 2020 para que esta tendencia se revierta?
1. Contener el flujo de armas. Los delitos relacionados tanto al crimen organizado como delitos patrimoniales tienen un desenlace fatal cuando hay un arma de por medio. En muchos de los casos podría tratarse de armas compradas en un supermercado norteamericano pero en la gran mayoría, vista la capacidad de fuego de muchas organizaciones, vienen probablemente de otro continente, lo que requiere acciones de contención distintas.
2. Disminuir o al menos contener el consumo de adicciones. Llevamos diez o veinte años con las mismas frases: “di no a las drogas”, con resultados muy pobres; mientras haya un consumo de sustancias ilícitas, habrá un mercado interesante para los delincuentes y una lucha por apoderarse de los puntos de venta... y homicidios.
3. Contener la expansión de organizaciones criminales. En términos prácticos, un delincuente que no le teme a la autoridad, utiliza su tiempo para ver a dónde y cómo expandirse, con toda la violencia que ello conlleva y que se traduce en muchos de los eventos del escenario nacional de este año: narcomensajes, videos en plataformas digitales y colocación de cuerpos inertes en sitios públicos.
4. Ubicar y detener a generadores de violencia. Con un pequeño grupo de personas y con una capacidad de fuego considerable, los generadores de violencia son capaces de poner de cabeza a una ciudad y a una autoridad. Sus acciones son las más visibles por parte de las estructuras criminales, porque son las que afectan la paz y tranquilidad de la ciudadanía. Su principal encargo es el de eliminar a rivales y enviar mensajes de intimidación, es decir, son los materialmente responsables de los homicidios.
5. Combatir a las organizaciones criminales vía inteligencia. Los patrullajes son necesarios, pero no son la solución; la inteligencia es la principal herramienta con la que debe contar la autoridad, para que sin el uso de la fuerza, se tengan resultados exitosos y de largo alcance.
6. Transitar de la detención de delincuentes en flagrancia a cortar flujos de recursos en la economía criminal. Cuando el Estado se ocupa principalmente de detener al delincuente en turno, éste es reemplazable, pues siempre habrá el recurso para hacer “crecer” a alguien más en la estructura o reclutarlo. Vivimos un momento en el que se detiene al “más malo” y su célula (de homicidas), lo que se convierte en un cuento de nunca acabar, especialmente cuando es el dinero el que no se les acaba.
7. Aumentar el presupuesto para seguridad, con enfoque especial en la dignificación policial. Llevamos muchos años sin entender que cuidar a quienes nos cuidan es la mejor inversión que podemos hacer. Apenas nos dimos cuenta que los sueldos para las y los policías deben ser tan dignos como los de cualquier otra profesión… y ello nos ha costado mucho más de lo imaginado y de no cambiarlo, no habrá “estrategia” emergente que alcance.
8. Apostar por la profesionalización y consolidación de la carrera policial. Hacer “reset” cada tres o seis años, no solo deja en el camino las buenas prácticas, sino el recurso humano más valioso que tenemos. Cuando la política se inmiscuye en las decisiones que tendrían que tomarse en mesas especializadas y objetivas, los resultados para la sociedad terminan siendo costosos: inventar, reinventar, equivocarse y volver a inventar lo ya aprendido y el camino avanzado.
9. Generar una cultura de respeto hacia las autoridades encargadas de hacer cumplir la ley. Podrán decir que tuvieron malas experiencias, que hay una mala imagen de la autoridad y muchas otras cosas más; se trata de un círculo vicioso que no nos lleva a ningún lado o más aún, nos lleva a la cultura de la ilegalidad que se expande a todos los otros ámbitos. Cuando dejemos de cuidar a nuestras instituciones, no nos quedará a quien acudir.
10. Estudiar y analizar escenarios a mediano y largo plazo. Generar prospectivas y estar atentos de factores conexos que pudieran provocar nuevas manifestaciones del delito o surgimiento de organizaciones delictivas (pero de manera seria), nos permitiría actuar oportunamente y evitar una inversión tardía y extraordinaria de recursos humanos y económicos.
Se requiere mucha disciplina y constancia para hacerlo, así como la suma de voluntades, incluyendo las políticas… porque después de todo, no conozco a político que viva en un paraíso inmune al delito.