Ninguna profesión te prepara lo suficiente para comprender que como parte del cumplimiento del deber, está implícito perder la vida, especialmente cuando se actúa de forma honorable y responsable.
Cuando en la comunidad policial se sabe que muere un buen policía, sea o no conocido, hay un dolor agudo y silencioso, que grita en voz baja desde el corazón.
Porque al vestir un uniforme, se entiende lo que ese policía sacrificó en su vida personal y familiar, así como los retos enfrentados a diario.
Cuando muere un buen policía, hay una familia que sufre, que aunque sabía que era una posibilidad, no se resigna a perder un ser querido.
A lo largo de esta carrera, me ha tocado vivir pérdidas, como a la gran mayoría de quienes deciden portar una estrella en el pecho.
Todavía recuerdo, con un nudo en la garganta, la muerte de un buen amigo y extraordinario policía. Primero viene la incredulidad ante la noticia, luego el dolor. Es como si todavía escuchara el llanto de sus hijas, quienes con el sufrimiento más grande que puede caber en una niña, vieron cómo una bandera cubrió el ataúd de su padre en el Día de Reyes.
La semana pasada, el municipio de Celaya perdió a dos buenos policías de carrera, que aunque no nacieron y crecieron en esta ciudad, se comprometieron en apoyar con su experiencia a proteger las libertades ciudadanas.
Su pérdida duele.
A los delincuentes que los privaron de la vida, difícilmente los llorará alguien.
A quienes los mueve la codicia y el deseo de obtener dinero para satisfacer un nivel de vida banal y mediocre en valores, es poco probable que haya una sociedad que los extrañe. La justicia siempre alcanza al criminal en su carrera… tarde o temprano.
Cuando un buen policía cae, hay quien ve un síntoma de debilidad de la autoridad, cuando por el contrario, es un signo de mezquindad del crimen. Caso aparte son quienes buscan politizar el tema o llevar alguna ganancia, sin que hayan trabajado en lo absoluto y de manera real, en dignificar la función policial.
Honremos la memoria de las y los buenos policías que han dado su vida por México. Somos el eco de los que se fueron. Descansen en paz, héroes de la nación.
