El Oficial Martínez pertenece a un grupo con una difícil misión, pues su especialidad es atender la violencia familiar y de género.
Para este policía, cada llamado es un nuevo reto, porque no sabe a lo que se va a enfrentar; los más complicados son aquellos servicios en donde brinda una atención “a medias” y la frustración lo invade, pues sabe que no solo basta con terminar la pelea y llevar a la víctima al hospital, pues si no hay denuncia, la violencia y las agresiones se presentarán de nuevo.
Esta realidad la refleja el “Banco Estatal de Datos e Información Sobre casos de Violencia Contra las Mujeres”, difundido por la Fiscalía General de Justicia de Guanajuato.
Cuenta con dos apartados, uno de atención a casos y otro en procuración de justicia; es decir que recoge cuántos casos requirieron la intervención de una institución y cuántos llegan al ámbito legal.
En materia de atención, durante el año 2019 se contabilizan 7 mil 454 casos de violencia contra las mujeres, lo que equivale a 20.4 diarios.
La Secretaría de Salud atendió al 78.9%, el Instituto para las Mujeres Guanajuatenses 10.5%, el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia 5.1%, mientras que de las demás atenciones tomaron conocimiento las dependencias de 19 municipios.
La violencia psicológica fue la más común con 67%, seguida por la violencia psicológica y física que representa el 10.6%. En el caso de violencia feminicida se cuentan 11 casos, que equivalen al 0.15%. El porcentaje restante son distintas combinaciones de violencia psicológica, física, económica y sexual.
Siete mil 158 casos, es decir el 96%, ocurrieron en el entorno familiar de la víctima, mientras que se atendieron a 207 mujeres que sufrieron violencia en el ámbito de su comunidad, lo que representa el 2.78%.
Las atenciones se dieron principalmente en León, Irapuato, Celaya, Salamanca, Guanajuato, Valle de Santiago, Cortazar, San Luis de la Paz, Pénjamo y San Miguel de Allende. Dos de los 46 municipios no reportaron caso alguno.
El rango de edad en el que se ubica la mayoría de las víctimas fue el de 15 a 19 años, con mil 5 casos. Adicionalmente, es a partir de los 15 años cuando se registra un incremento de las agresiones y que baja gradualmente hasta los 64 años.
En el apartado de procuración de justicia, se contabilizan 3,433 víctimas. La violencia psicológica y física ocupa el 30% de los casos, seguida por la física con 19%, la económica con 18%, psicológica con 16% y la de tipo sexual con 9%. En la violencia feminicida, a procuración de justicia llegaron 22 casos, el doble de número que en las atenciones.
Referente al lugar donde ocurren las agresiones, la tendencia de que es en el ámbito familiar se repite, con el 91.5%; en el caso de la comunidad el porcentaje se incrementa a 7%, respecto al caso de las atenciones.
En cuanto a los municipios en donde los casos transitan de las atenciones a un proceso legal, León, Irapuato, Celaya, Silao, Guanajuato, San Miguel de Allende, Salamanca, Salvatierra, Cortazar y Apaseo El Grande, son los principales municipios. Resulta interesante que hay municipios como Valle de Santiago, San Luis de la Paz y Pénjamo, que aunque concentraron un número importante de atenciones, no resulta de la misma forma en el tema de la procuración de justicia.
Respecto al rango de edad de la víctima, el principal sector que registra un proceso legal se ubica de los 25 y hasta los 34 años. Aunque en el caso de las atenciones, las jóvenes de 15 a 19 años concentraban más de mil casos, en procuración de justicia se reportan solo 338 casos.
En resumen, 9 de cada diez agresiones contra las mujeres ocurren en casa, siendo la violencia psicológica y la física las principales. Se advierte además que de cada diez víctimas que reciben atención, el 46% llega a un proceso de procuración de justicia, lo que probablemente ocurre debido a la falta de denuncia.
Son cifras de mujeres, que también deben ser entendidas por hombres y que deben de llevar a otras preguntas, como por ejemplo ¿por qué las mujeres son agredidas principalmente en sus hogares?
Soy escéptica de que el hombre sea el único “malo” en esta historia tan dolorosa; difícilmente creo que disfruten violentar a quien probablemente aman y más aún, ser víctimas de sus propias circunstancias.
Por ello, es urgente y necesario reflexionar cómo llegamos a este punto en el que hemos normalizado y heredado expresiones de violencia que escalan a niveles mortales, incluso al interior del que debiera ser el lugar más seguro para todas y todos: el hogar.
Mientras no hagamos esta reflexión, seguiremos creyendo que es un tema de instituciones y policías.