Los tiempos de seguridad requieren que todos y todas, en absoluto, tomemos una definición sobre nuestro rol.
Las opciones son tres: ser parte del problema, ser parte de la solución o ser meros observadores.
Eres parte del problema cuando cometes un delito, cuando matas, cuando robas, cuando extorsionas, cuando violas. Pero también eres parte del problema cuando buscas justificaciones para transgredir la ley, cuando actúas sin valores y no procuras que tus hijos los integren a su actuar, cuando eres tolerante con el delito porque todavía no te ha tocado, cuando eres omiso en las funciones que como servidor público te corresponden, cuando como ciudadano intentas llegarle al precio al tránsito que se resiste en caer en un acto de corrupción, cuando esparces rumores para llevar agua al molino político, cuando extorsionas a personajes para no golpearlos en la arena mediática, cuando con tal de aumentar tus ganancias compras combustible de origen ilegal, cuando te echas un churro de marihuana y al mismo tiempo te quejas de la violencia que generan los narcomenudistas por el control de tu colonia, cuando por la nariz te metes droga que costó vidas incluso inocentes y te todavía te asombra el número de muertos que informan las noticias.
Eres parte de la solución cuando de inicio, respetas a la ley y a la autoridad. Eres aún más parte de la solución cuando desde tu ámbito laboral y de talento decides actuar como agente de cambio para tu sociedad, al ser un buen abogado, un buen empresario, un buen maestro y un buen colaborador que busca dar un extra para tu comunidad. Eres aún más parte de la solución cuando decides dejar la oportunidad de un trabajo de ocho horas y responsabilidades acotadas para participar desde las instituciones de seguridad y procuración de justicia en la tarea de proteger y servir a la ciudadanía, aunque ello signifique muchos días con tragos amargos.
Eres mero observador cuando te asombras de todo y de todos, cuando te quejas de todo y de todos, pero no mueves ni un solo dedo para provocar un cambio. Cuando desde un teclado o teléfono te compras cuanta idea encuentras en la red y ya te crees un revolucionario, cuando no investigas más allá de lo que algunos han decidido presentarte para manipularte. Eres mero observador cuando crees que el mundo se cambia haciendo clicks desde tu teléfono, cuando vives desde el paternalismo que te paga el internet para que con una pose intelectual descalifiques lo que no entiendes ni quieres entender.
“A los tibios Dios los vomita”, me dijo alguna vez alguien en referencia a dicha cita bíblica. Y HOY LO QUE MÉXICO MENOS NECESITA ES GENTE TIBIA.
¿Cuál es el rol que hoy decides? Porque voluntaria o involuntariamente en alguno de ellos ya te encuentras.
