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Abre los ojos a la mente

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  • Sophia Huett

El video me lo mandó una amiga. Duraba media hora. El reto de darle ese tiempo era difícil. Luego otra amiga, sin relación alguna con la primera, me lo mandó también… algo bueno o interesante debía tener el video.

Se trataba de un joven que leía una carta a su hermano fallecido, a quien admiraba por haber sido (conjugación verbal válida) un buen estudiante, profesionista y hasta deportista; los logros alcanzaron un campeonato nacional de oratoria. La lectura inicial parece la de un chico con una vida perfecta, que conforme avanza, comienza abrir los sentimientos.

En el video narra la última noche que pasaron juntos, tras una buena noticia personal. Creyó haberlo visto un poco intoxicado, pero nada que le pareciera grave. En un taxi, de forma responsable, regresaron cada uno a sus respectivas casas.

Al día siguiente recibió la llamada de que algo le había pasado. Falleció, le dijeron. Se lanzó de la azotea de su edificio, supo después.

¿Accidente o suicidio? Muchas preguntas de la autoridad a la que algún momento consideró que era fría ante los hechos, pero a la que luego entendió ante la cotidianeidad de su labor ante los hechos más difíciles.

Habló de una droga que se consumía en fiestas, que te evitaba tomar más de una decena de cubas para pasártela bien y aún así salir en la bicicleta al día siguiente. Y abrió la puerta a la ruleta rusa que puede significar el consumo de drogas y, agregaría, de alcohol.

¿Y qué fue primero? ¿El efecto de la droga sobre la salud mental o una salud mental afectada por las drogas?

¿Qué tanto sabemos de la salud mental y por qué tenemos tanto miedo a hablar de ella?

Más aún ¿tenemos una buena salud mental?

Confieso que es un concepto que aún no logro comprender. En ocasiones, ante la pregunta de cómo sobrellevamos el estrés o la dureza de la vida y la muerte quienes nos desempeñamos en áreas de seguridad y justicia, nunca he podido construir una respuesta que yo misma comprenda.

En definitiva, son pocos quienes entienden el concepto. Y más aún, quienes se atreven a romper paradigmas y hablar sobre una dimensión sobre la salud humana que en ocasiones parece enviarse a un sitio oscuro, cuando debería ser todo lo contrario.

Si habláramos del tema, comprenderíamos que pudimos haber sido uno de los 8,500 casos de suicidio que se dieron en nuestro país en 2021 o a quien, entre nuestros seres queridos, formó parte de esta estadística.

Podríamos hablar de que 3 de cada 10 personas, de las que han sabido identificarlo, se han sentido deprimidas y que una de ellas, tiene ese sentimiento a diario.

Alguna vez, alguien a quien quiero mucho, pero que decidió dejar esta vida, se mostraba angustiada. Le pregunté por qué estaba así y me explicó que tendría visita de unos familiares en su casa y tenía que hacer muchas cosas.

Siendo policía, me pareció que se preocupaba por algo muy sencillo, que tenía solución y que más aún, no era ni siquiera un problema en términos de lo que me platicó.

Y es ahí en donde entiendo hoy más que nunca el reto de la salud mental, que no solo es la ausencia de trastornos, sino el hecho de que cada persona reacciona diferente ante distintas circunstancias, con un grado de angustia distinto, lo que puede resultar en una situación clínica o incluso catastrófica.

Alguien que tiene éxito en el sentido tradicional, que ríe, que es divertida, también puede ser una persona deprimida, también puede ser suicida, con y sin consumo de drogas.

Hay que hablarlo, hay que normalizarlo, hay que abrir ojos y corazón a la mente.

Sophia Huett
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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