Tal y como lo había anunciado, la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, envió al Congreso una iniciativa para prohibir la reelección y el nepotismo.
La iniciativa es por sí misma un claro mensaje: quienes hayan obtenido un cargo de elección popular no podrán participar como candidatos para el mismo puesto en el periodo inmediato posterior.
De aprobarse, también se llevaría a la Constitución la prohibición para participar como candidatos a quienes guarden una relación de parentesco, matrimonio o concubinato con los servidores públicos salientes.
Se trata, en mi opinión, de una decisión acertada, principalmente por cuanto hace a los legisladores plurinominales. No es correcto, que un legislador pueda estar hasta 12 años como diputado local, diputado federal o senador, sin ir a una elección directa.
Y no lo es, porque sus intereses más que estar alineados a los de la ciudadanía tienen que estar alineados a los de las cúpulas de los partidos.
También, es una decisión acertada porque hemos visto a familias enteras desfilar por las presidencias municipales o por otros puestos de elección popular, incluso antes de que se aprobara la reelección.
En el poder legislativo, en la absoluta mayoría de las veces, las decisiones se toman como partido y no a nivel individual, y si va a seguir siendo así, mejor que vengan nuevos perfiles para que haya una renovación de la vida pública.
Lo único que lamentaría de esta reforma, es en lo relativo a los ayuntamientos. No en cuanto a las regidurías ni sindicaturas, sino en cuanto a las presidencias municipales.
Si bien, no se puede generalizar y quizá han sido más excepción y no regla general, ha habido presidencias municipales que, con su trabajo por 2 periodos consecutivos de 3 años, han hecho mucho por sus ciudades y municipios. Y desde luego, hay quienes han ganado la reelección, teniendo un gobierno desastroso.
Lo cierto es que la reelección no ha sido por sí sola un premio a los buenos gobiernos ni un castigo a los malos gobiernos, por lo que estoy convencido de que el saldo de la reforma sería más positivo que perjudicial, considerando que los buenos perfiles buscarían nuevos espacios de representación.
La reforma prohibiría las candidaturas de familiares desde el 2027 y la reelección a partir de 2030, y personalmente creo que esto le hace bien a la política y al país.
¡Bien, Presidenta!