Los periodistas Maria Ressa y Dimitri Muratov ganaron el Nobel de la Paz 2021 por su lucha en favor de la libertad de expresión en países donde los medios de comunicación sufren ataques de forma consuetudinaria.
En el caso de Ressa, ella colaboró con CNN hasta que se independizó y decidió fundar su propio medio, Rappler, y ha dedicado los últimos años documentando y señalando el papel que la red social Facebook, en específico, ha tenido en la circulación de desinformación y en la construcción del gobierno autoritario de Rodrigo Duterte.
La periodista, quien apareció en la portada de la revista Time como Persona del Año 2018, identificó 26 cuentas que alcanzaron a más de 3 millones de usuarios de Facebook a mediados de 2016. En octubre, Ressa pidió a Facebook que las eliminara. Sin embargo, la petición fue ignorada. Ante la inacción de la red social, Ressa, a través de su medio de comunicación, el cual pensaba que usaría para publicar la historia de éxito de como la red de Mark Zuckerberg defendía la democracia, cambió su rumbo y documentó cómo ésta solapó con su silencio cómplice este atentado democrático, lo cual terminó con Ressa detenida y una persecución gestada desde el gobierno de su país.
“Alegría porque este es un homenaje extraordinario al periodismo, un homenaje excelente a todos los periodistas que asumen riesgos en todo el mundo para defender el derecho a la información”, afirmó el director del grupo Reporteros sin Fronteras, Christophe Deloire, desde su sede en París.
Y si bien es un triunfo a la libertad de expresión, no podemos quitar la atención de Facebook. El triunfo de Ressa señala y acusa directamente a la popular red social.
“Facebook es ahora el mayor distribuidor de noticias del mundo y, sin embargo, se ha negado a ser el guardián”, dijo a The New York Times en 2019. “Y cuando lo hace, cuando permites que las mentiras entren en el mismo campo de juego que hechos, contamina toda la esfera pública”.
No es la primera acusación que enfrenta Facebook. Ya se había señalado su rol decisivo en una “limpieza étnica” que realizó el Ejército de Myanmar, violando toda legislación internacional.
“Me temo que Facebook se ha convertido en una bestia, lo cual no era la intención original”, declaró la investigadora de la ONU para Myanmar, Yanghee Lee, en marzo en Ginebra. Los expertos en el país coinciden en que esa red ha sido la gran correa de transmisión del odio en Myanmar. A través de esta red se dieron los avisos oficiales, ya que en el país birmano internet es sinónimo de Facebook. Si bien Zuckerberg presumió de haber detectado discursos de odio, se le señaló en una carta abierta cómo era falaz, pues una vez más no actuaron ante los señalamientos.
El Nobel coronó una semana de señalamientos contra Facebook, iniciados por las revelaciones de la ex ejecutiva de esa compañía, Frances Haugen, que acusó a la red de Zuckerberg de dañar a los menores de edad, fomentar la división y debilitar la democracia; que luego siguió con una fuerte caída de ese servicio y sus subsidiarias Instagram y WhatsApp, y se coronó con una nueva portada de Time, esta vez con Zuckerberg, pero no como “persona del año”, sino con una invitación a cancelar su creación.
¿Son las redes el problema? Definitivamente no. Estas son simplemente medios, herramientas. En una sociedad enferma, el odio brota a través de todos los canales posibles. Las redes no son la excepción. Lo que carece de toda lógica es que ya con décadas inmersos en estos espacios virtuales aun no estén claras las reglas de juego, las regulaciones.
De acuerdo con informes digitales publicados por Hootsuite en 2021, 55.1 por ciento de la población mundial ya es usuaria activa de las redes sociales. Esto supone que más de 4 mil 300 millones de personas en todo el mundo emplean ya de forma habitual –al menos una vez al mes– una red social. Más de la mitad de los habitantes del mundo navegamos con el riesgo de ser atrapados por una marea de odio, sin que haya salvavidas a la vista. ¿Hasta cuando la seguridad virtual será prioridad?
Por Sarai Aguilar Arriozola*
@saraiarriozola
* Doctora en Educación y Maestra en Artes. Coordinadora del Departamento de Artes y Humanidades del Centro de Investigación y Desarrollo de Educación Bilingüe UANL