Política

Todas las mujeres contra todas las violencias

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En Occidente seguimos esperando que cortándonos mechones de pelo en solidaridad con las mujeres de Oriente cambien las cosas, mientras otras discuten si no debemos inmiscuirnos porque es feminismo blanco…

Mejor nos sentamos a ver cómo siguen siendo marginadas allá.

Pues mientras en Occidente exigimos mayor representación en espacios de poder y otras fustigan que la blanquitud obnibula, en Oriente la lucha es por sobrevivir.

Por ejemplo, la policia iraní ha anunciado que está instalando cámaras en lugares públicos para identificar a mujeres que no usan el velo, una nueva medida destinada a imponer el uso de esta prenda obligatoria en el país islámico.

“En una innovadora medida para evitar tensiones y conflictos en la aplicación de la ley del velo, la Policía usará herramientas y cámaras inteligentes en lugares públicos y carreteras para identificar a las personas (que no usan el hijab)”, indicó el cuerpo de seguridad en un comunicado citado por la agencia Tasnim. Como si esto no fuese suficiente, en Afganistán los talibanes ordenaron que el personal femenino de la misión de Naciones Unidas en el país deje de ejercer sus funciones. Esto podría obligar a la institución a tomar “una terrible decisión”, según advirtió.

Esto se suma a la lista sin fin de prohibiciones que las mujeres han tenido que zanjar o más bien sobrellevar.

Y ¿las feministas occidentales qué hacemos? Seguir preocupadas por romper el techo de cristal, promoviendo falsos empoderamientos entendidos meramente como una cuestión económica y, por el otro lado, pontificando del feminismo racializado señalándolas por creer que las agendas del “feminismo blanco” aplican para todas.

Por feminismo blanco se entiende la blanquitud como sistema, no como alusión directa a la piel. Esto lo señala muy claramente Rafia Zakaria, periodista y feminista pakistaní, quien considera que se trata de “un sistema de poder, privilegio y supremacía que favorece a las personas blancas, sí, pero que va mucho más allá”. Asimismo, hace la precisión de cómo el feminismo blanco es, precisamente, considerar que las demandas que afectan a mujeres blancas son universales. O, incluso, que son ellas quienes tienen que enseñar a las demás qué es el feminismo, explica Zakaria en una conversación con Newtral.es referente a su libro.

Y si bien hasta este punto se puede sentir un apoyo total a lo señalado por la periodista el problema viene cuando se fustigan las intenciones por “rescatar” a mujeres en opresión y se ejemplifica con las mujeres en Afganistán.

Se entiende que no es feminismo el sentirnos rescatadoras de mujeres racializadas o de imponer estilos de vida a las mujeres en Oriente, tampoco un feminismo racializado que proteja y permita que se perpetúen costumbres que constituyen amenazas reales para la vida y ejercicio de los derechos fundamentales de otras mujeres,

Es hora de dejar de llenarnos de luchas estériles, de sólo hablar de romper techos de cristal y paridad, pero también de la superioridad moral de las feministas racializadas, quienes a la vez hablan desde espacios de poder que a las que dicen defender no tienen. Olvidamos que lo único que debe tener nuestra atención es el luchar por derechos fundamentales.

Es así que nos sumimos en la disyuntiva de querer ganar la batalla feminista entre mujeres empoderadas con términos que dificultan cada vez entender que lo que se busca es: todas las mujeres contra todas las violencias.


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Sarai Aguilar Arriozola
  • Sarai Aguilar Arriozola
  • Doctora en Educación, máster en artes, especialidad en difusión cultural
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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