“Compa, que le parece esa morra…” Basta con decir eso para que millones bailen, y no solos… mientras otros tantos se rasguen las vestiduras por la “vergüenza nacional” que les implica Peso Pluma.
A simple vista no habrá nada de vergonzoso el que haya hecho historia como el primer artista de música regional mexicana en alcanzar el número uno en la lista de canciones Top Global de Spotify, y colocar otras en la misma lista, desplazando incluso a Taylor Swift, Bad Bunny y The Weeknd.
Pero tal parece que Peso Pluma lleva la polémica y su esencia en el nombre. Pues el cantante de 23 años originario de Guadalajara no hace alusión al boxeo sino a los vapeadores. Varias de sus letras y videos aluden al crimen organizado. "El Belicón", una de sus interpretaciones más exitosas, habla presuntamente de Ovidio Guzmán y del "Culiacanazo". La estética del videoclip recuerda a la del género de series que la televisión y las plataformas de streaming han popularizado. Spotify ha censurado incluso una estrofa de su canción “El Azul”.
Nada de esto impidió que Peso Pluma fuera invitado al famoso y exclusivo programa de Jimmy Fallon “The Tonight Show”, donde interpretó su mayor éxito, “Ella Baila Sola”.
No obstante, en realidad no es su exaltación de la narcocultura lo que parece escandalizar o avergonzar a sus detractores. Pues al parecer lo que denigra al mexicano clasemediero y a uno que otro es que se asocie a la música mexicana con los corridos tumbados, esa mezcla emergente que combina elementos del corrido mexicano tradicional con sonidos y estilos contemporáneos como el trap y el hip-hop, entre otras tendencias urbanas.
El problema de fondo poco se está discutiendo, pues no es que la narcocultura exista gracias a Peso Pluma, sino que éste es un reflejo de lo que está pasando en nuestra realidad cotidiana. Porque esa crudeza que nos espanta no es ni siquiera la mitad de lo que se vive en el día a día en los entornos por lo cual no solo los latinos sino los angloparlantes se están sintiendo identificados en sus letras.
Aunque señalar a Peso Pluma y los corridos tumbados de exaltar y mostrar la vida del crimen organizado sería darles un reconocimiento no merecido. Pues, guardando las proporciones debidas, el cine de Francis Ford Coppola construyó gran parte de su éxito mostrándonos un supuesto lado humano y la hasta hoy exaltada “lealtad de las familias de la mafia” en El Padrino. O cómo olvidar a Martin Scorsese, a quien la misma prensa califica como “uno de estos muchachos que decidió volcar sus experiencias de juventud en argumentos más crudos y violentos, muchas veces, ligados a lo más turbio de las calles de Nueva York (su ciudad natal), el crimen organizado y cierta ambigüedad moral que se desprende de sus más profundas creencias religiosas”.
No nos escandaliza la presencia de la narcocultura sino el vernos representados mundialmente en un producto que no es esnob. Así que la próxima vez que entremos en debate sobre narcocultura debemos recordar que en estos temas, los latinos no andan bailando solos.