Olivia Newton-John, quien primero se convirtió en un icono de Estados Unidos a pesar de ser australiana –en una época en la que la globalización no era por default–, luego se dio a conocer como la niña buena Sandy en “Grease” (Vaselina) y finalmente saltó a la fama internacional como una superestrella del pop, murió a los 73 años.
No solo fue icónica su participación en esa película, que la llevó a trascender generaciones sobre todo con la escena final que ha sido reproducida millones de veces en el mundo por personas de todas las edades, sino también por haber confrontado el cáncer de mama.
“Mi sueño es que hagamos realidad un mundo más allá del cáncer. Honestamente creo que podemos hacerlo”, fue su opción de vida que incluyó una fundación y un centro de investigación sobre medicina vegetal contra esa enfermedad, con el fin de encontrar opciones de tratamiento más amables.
Aunque perdió la última batalla contra éste, ella logró sobreponerse al mismo durante 30 años.
A pesar de ello, las huestes de la corrección política no podían descansar y dejar pasar de largo su deceso para enarbolar la bandera de la cancelación.
No era la primera vez que esto pasaba: hace unos años ya grupos “woke” habían señalado el machismo, violencia y homofobia presentes en la trama, de acuerdo con su visión, además de denunciar la falta de diversidad en el elenco. La muerte de Olivia dio pie de nuevo a reclamos semejantes: incluso se arremetió contra canciones como Summer Nights como una supuesta apología encubierta a la violación.
Y aquí no se trata de hacer una defensa acalorada de la trama de Grease o del personaje de Sandy. De ello ya se han encargados los fans de la película. Lo que sí corresponde es analizar si en verdad la sociedad avanza en igualdad cada vez que tomamos piezas tras casi 45 años de su lanzamiento y las ponemos a contraluz con la corrección política de los tiempos actuales.
Y es pertinente señalar que es la corrección política imperante en la actualidad y no los valores, puesto que aquello que se señala en obras de tiempos pasados son realidades aun imperantes en nuestra sociedad y reproducidas incluso muchas veces por aquellos que la señalan, porque la indignación suele ser selectiva.
¿Se avanza con cada cancelación? Definitivamente no. La realidad no cambia con ocultarla.
¿Un personaje define a una persona?
“Olivia ha sido un símbolo de triunfos y esperanza durante más de 30 años al compartir su travesía con el cáncer de mama”, escribió en redes sociales su esposo al avisar de su fallecimiento. Al parecer los detractores que se lanzaron contra la cantante y actriz olvidaron que quien fallecía era Olivia y Sandy era inexistente.
Podrán decir que marcó y reafirmó estereotipos. Tal vez, pero olvidan que todos vivimos expuestos a ellos. Que somos urdidumbre de nuestra sociedad pero también poseemos la increíble capacidad de reflexionar a partir de los constructos sociales. Que perdemos mucho tiempo en cancelar y poco en entretejer nuevos valores, en reflexionar y accionar. Olvidamos que cancelar no es transformar. Que con cada cancelación solo abonamos a la polarización y no avanzamos. Que debemos construir todos. ¿Iremos o no iremos juntos?
Pese a esos intentos de cancelación, por fortuna prevaleció el recuerdo de su trayectoria en la memoria colectiva y su lucha inspiradora quedó resumida en la frase que John Travolta le dedicó con motivo de su fallecimiento: “hiciste que la vida de todos nosotros fuera mucho mejor”. Por eso, que suenen las estrofas de uno de sus himnos más populares, Xanadu, “una estrella fugaz, un mundo eterno y tú estás aquí…”
Sarai Aguilar Arriozola*@saraiarriozola
*Doctora en Educación, Máster en Artes con especialidad en difusión cultural.