Política

Hillary 2.0

Luego de quedar más que claro que no está para otra ronda, con los donantes congelándole el apoyo y la plana mayor del partido pidiéndole recapacitar su nominación, Joe Biden sacrificó su orgullo y sus ambiciones en aras de contener al régimen regresivo, autoritario, racista y cristofascista que hoy parece haberse enquistado en el Partido Republicano bajo el mando de Donald Trump. No que el agente naranja esté para presumirse: tiene 78 años y, además de su probada criminalidad y de encarnar los peores instintos del alma americana, no hila dos frases coherentes, batalla para subir escaleras y bajar rampas, tiene un pavor patológico hacia los tiburones y una fijación extraña con los dictadores y con Hannibal Lecter. Pero, a diferencia de la estricta vara con que —como debe ser— es medido el todavía mandatario, en el autoritarismo sectario de los acólitos de Trump las adhesiones son dogmáticas. Si a eso le sumamos la martirología fresca del fallido atentado, Biden no tardó demasiado en entender que su segundo término estaba en riesgo. Se bajó de la carrera diciendo que su gallina era su vicepresidenta, Kamala Harris, la primera mujer en ocupar el puesto y temible ex fiscal de California.

Harris ya ha recibido el apoyo de buena cantidad de gobernadores, de los grandes sindicatos, de no pocos figurones del partido, incluyendo los Obama y los Clinton, y en menos de 24 horas recaudó más de 80 millones de dólares para su inminente campaña. Su nombramiento se hará oficial cuando el 19 de agosto se congregen cerca de 4 mil delegados demócratas en Chicago.

Cualquier aspirante necesita 300 votos para aparecer allí como precandidato, y un pelo más de 1,900 para amarrar la nominación. De los 3,800 delegados que se habían decantado por Biden, al cierre del día del anuncio dominical, 531 ya le prometieron su voto a Harris. Ayer lunes, con la adición final de los 400 de California, la vicepresidenta obtuvo las promesas necesarias para garantizarse la candidatura.

La elección general le será a Harris mucho más descarnada que la interna: no solo es mujer, sino que es hija de inmigrantes sin mucho dinero y de raza mixta. Su padre es un afroamericano de Jamaica y su madre vino a Estados Unidos desde India. Además es liberal hasta la médula: ofició uno de los primeros matrimonios homosexuales legales en California, fue una de las grandes impulsoras de la legalización de la cannabis y creó una división para perseguir delitos ecológicos. Demasiados pecados juntos en una misma boleta, y el peor de todos es que tiene el descaro de ser una mujer exitosa sin apologías, una ex fiscal temida por su eficiencia y tenacidad.

Poco tardaron los de los valores cristianos en entrar en pánico. Pronto comenzaron a descalificarla las hordas de troles y bots en redes como prostituta, como mala mujer promiscua y antinatural; el que Trump vaya en su cuarta esposa y que tenga una condena por abuso sexual no parece merecerles nota.

Falta mucho por ver, pero el campo se acaba de dar una notable emparejada.


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Roberta Garza
  • Roberta Garza
  • Es psicóloga, fue maestra de Literatura en el Instituto Tecnológico de Monterrey y editora en jefe del grupo Notivox (Notivox Monterrey y Notivox Semanal). Fundó la revista Replicante y ha colaborado con diversos artículos periodísticos en la revista Nexos y Notivox Diario con su columna Artículo mortis
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