Los objetivos de Trump respecto a México, son frenar la introducción de fentanilo y la inmigración ilegal.
Para esto ha decidido aplicar aranceles y declarar terroristas a los narcotraficantes.
Para nosotros son vitales la subsistencia del Tratado de Libre Comercio (TMEC) y el trabajo de connacionales en EUA.
La imposición de aranceles y la falta de remesas llevarían a la ruina nuestra debilitada economía.
Por tanto, debe reconocerse a la presidenta Sheinbaum el mérito de haber negociado la tregua en la aplicación de aranceles, sobreponiéndose a la izquierda extremista.
Ante los amagos de Trump, nuestro gobierno respondió que se violaba el TMEC, cuya esencia es la importación y exportación sin aranceles. Haberlos decretado es la demostración fáctica del imperio de la fuerza sobre la ley.
Sin embargo, nuestros gobiernos anterior y actual se han caracterizado por la imposición de su voluntad sobre las leyes e incluso del TMEC. Pero, ahora, ante la arbitrariedad, paradójicamente, arguye el respeto al derecho.
La Presidenta debería aprovechar esta tregua para reconsiderar que el gobierno debe respetar el espíritu y texto de la Constitución y las leyes para tener la legitimidad que se requiere para exigir el cumplimiento de los tratados internacionales.
La razón de ser del derecho es la transformación de comunidades naturales en sociedades organizadas; estableciendo, por una parte, las funciones y límites del gobierno; y, por otra, los derechos humanos y civiles.
En México necesitamos que se reconstruya el Estado de Derecho; para hacerlo se necesita cancelar la elección popular del Poder Judicial; perseguir eficazmente a la delincuencia, reponer los organismos autónomos y cesar la polarización.
Este es el camino para la reconciliación y la unidad nacional, y para la integración con EUA y Canadá bajo las bases de la confianza, la colaboración y el respeto mutuo.
